La ñaña Panchita

Por Mariquita Noboa
16 de Octubre de 2016

Acudió al llamado del Padre Celestial hace exactamente un mes. A sus lúcidos ochenta y cuatro años, ponderaba los equipos de calidad en el pabellón Sotomayor del hospital Luis Vernaza, así como la atención de sus colegas médicos y la calidad humana de los paramédicos. Claro, se sentía “como en casa” luego de haber hecho su internado y trabajar por años en esa casa de salud.

Aunque era mi prima, yo le decía “ñaña”, pero hacía las veces de madre. Me reprendía y me llamaba la atención cuantas veces ella consideraba. Me dejó una gran herencia: la devoción a la Virgen del Carmen. Como era vecina del monasterio, “patitas para qué se hicieron” y se subía la loma cual quinceañera entusiasmada. Hoy pediremos porque su viaje sea lleno de luz. Todo esto me hace recordar que:

Cuando se celebran misas de esta naturaleza, en la primera banca están los familiares más allegados.

El momento de la paz no es el oportuno para dar el pésame.

Si no fue posible estar en el velatorio, es válido enviar una nota de condolencia, manuscrita. La familia que la recibe puede enviar otra esquela de regreso, debe ser blanca y con filo negro. Es lo que se conoce como demostración de gratitud. También se lo puede hacer por medio de una publicación en el periódico.

La costumbre de usar una cinta negra en la camisa, como señal de luto, está obsoleta.

Recuerde que este es un momento penoso, no hay que hacer comentarios superficiales.

Los amigos íntimos tienen toda la libertad de acompañar a los familiares en cualquier momento. Dicen que “la soledad compartida es menos soledad”.

Sylvia Chiwah fue pionera, en calidad de ginecóloga, en la atención prenatal, preparaba a las parturientas para el parto sin dolor. Una mañana de septiembre, mientras estaba en los brazos del gran amor de su vida, Enrique Rodríguez Núñez, vino un ángel y se la llevó.

Entre sollozos me he preguntado si hizo bien el médico cubano del IESS al darle el alta. Me consuelo con la oración de mi santo patrono, Francisco, el de Asís. “Perdonando es como se es perdonado, y muriendo es como se resucita a la vida eterna”. (O)

mtnoboa@hotmail.com

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