A comer fanesca

Por Mariquita Noboa
29 de Marzo de 2015

En Ecuador contamos con un plato emblemático que en el ámbito de la gastronomía está considerado un potaje. Sí, un potaje, igual que la cassoulete, en Francia; que la fabada, en España, o que la feijoada, en Brasil.

Existen referencias históricas, pero la receta original de la fanesca también se pierde en la noche de los tiempos, igual que otros conocimientos, y aunque hay ingredientes básicos, podemos decir que no es lo mismo la fanesca lojana, que la del Azuay, Pichincha o del Guayas. El historiador Julio Estrada Ycaza nos dejó un legado de valiosa información tanto en el Archivo Histórico como en la biblioteca de lo que fue el Banco Central del Ecuador.

Don Julio, como lo llamábamos los consultantes, refiere la presencia de una sopa, que con ocasión del día de san Juan preparaban los españoles. A esta sopa la llamaban “juanesca”. Hoy, el sello de ecuatorianidad está marcado por la presencia del melloco, mashua, chochos y quinua.

Vamos a la mesa:

• En calidad de invitado, espere cortésmente la decisión de la anfitriona, ella siempre va a designar los lugares, guardando el sitio que corresponde al jefe de la casa.

• No empiece a comer hasta que todos estén con sus respectivos platos servidos. Quien preside la mesa toma la iniciativa.

• ¿Fanesca deliciosa? Sí, pero no hay que lamer el plato; parecería una exageración, pero es necesario decirlo.

• Si no le gusta el pescado salado, no ponga “cara de vinagre”, simplemente no acepte el plato, pero al menos sea gentil: “Por ahora, no, muchas gracias”, y evite dar explicaciones que resulten innecesarias. Cuando le lleguen las humitas, cómalas sin parecer desaforado.

• Al finalizar la fanesca, deje la cuchara sobre el plato. Si está en un restaurante, el mesero sabrá que es el momento de retirarlo.

• Recuerde que nunca se habla cuando todavía tiene comida en la boca. Primero degluta, se seca la comisura de los labios y luego habla.

• Aunque tenga los más bellos candelabros, no hay necesidad de velas si la invitación es al mediodía, pero sí es posible una velita perfumada en el baño.

• Si una invitada llega con flores, busque de inmediato un florero y ubíquelo en un lugar visible. Si no tiene florero a la mano, una jarra viene bien.

• No pida lo que no le han ofrecido. En calidad de invitados debemos recibir lo que nos ofrecen.

Y para que nos vuelvan a invitar, no hay que generar incomodidad en los anfitriones. (O)

mtnoboa@hotmail.com

  Deja tu comentario