Trabajo o familia, ¿se debería elegir?

28 de Septiembre de 2014
Liliana Anchundia

Ante las amenazas que enfrentan hoy los hijos que están solos o faltos de guía, la teoría de darles ‘tiempo de calidad’ quedó atrás. Ahora se plantea darles ‘tiempo en cantidad’.

La conferenciante Silvia de García, directora de la Fundación para la Promoción Educativa Sé Más, en una charla para padres, planteó ante la audiencia una propuesta ambiciosa: trabajar menos horas, aunque se reduzcan los ingresos, para dedicarles más tiempo (cantidad de horas) a los hijos.

Al escuchar este planteamiento, uno podría pensar, ¡pero si lo que necesito es más dinero para darles un mejor nivel de vida a mis hijos!

¿Es posible, de manera realista, elegir trabajar menos horas para dedicarse más al cuidado de los hijos? María Auxiliadora Rodríguez de Ramírez, máster en Asesoramiento Educativo Familiar, responde que la familia necesita “tiempo de calidad y de cantidad”, y eso incluye a cónyuges e hijos, en ese orden.

Para poder lograrlo es necesario trabajar en un proyecto educativo familiar que establezca el tipo de familia que juntos quieren construir con base en las virtudes que cada uno aporta a la relación y de los valores “corporativos” que como familia decidan establecer.

A partir de ahí, dice, es posible determinar prioridades que basadas en los planes a mediano y largo plazo, de la realidad laboral que cada familia viva y las necesidades de cada miembro, marcarán las decisiones que se tomen al respecto en cada etapa.

En este punto es importante que haya una valoración de las actividades laborales y los valores familiares, para facilitar las decisiones al respecto.

Actualmente existe una corriente mundial que habla de “empresas familiarmente responsables”, que toman en cuenta las necesidades de sus empleados en la flexibilización de los horarios.

Más tiempo en casa

Otro aspecto fundamental que no debe dejar de tomarse en cuenta es el tiempo en casa, dice Rodríguez, que solo rendirá frutos en la medida en que el trabajo no vaya a ella. Trabajar en donde se es feliz permite enfocarse, optimizar el tiempo y volverlo más productivo. Se vuelve a casa menos cansado física y afectivamente, y de esa forma las actividades familiares, rutinarias o especiales se vuelven agradables, alegres y sobre todo alcanzables.

¿Gestionaría para pasar más tiempo en casa? Coméntenos

Para Lucrecia Macías Mendoza, máster en Gestión del Talento Humano y gerenta de Recursos Humanos de Galapesca, dedicar menos horas al trabajo para darle más tiempo a la familia “es una posibilidad aplicable a cargos donde se trabaje con el intelecto, en estas circunstancias se podría poner en práctica un horario flexible en el que no sea necesario completar todas las horas de trabajo en la oficina, sino que podríamos a través del ordenador conectarnos con nuestro trabajo para avanzar o terminar una tarea.

Ve poco factible que esto se dé en procesos de manufactura, donde interviene mano de obra, pues el colaborador muchas veces recibe un adicional por mayor producción y este es bien recibido para cubrir necesidades del núcleo familiar.

Definitivamente sería una forma distinta de trabajar, dice, pero está convencida de que las nuevas generaciones van a priorizar la familia sobre el mundo laboral.

Macías cree que una alternativa viable es el teletrabajo y el trabajo por hora, pues apoyarían mucho a los padres de familia para poder dar más tiempo a sus hijos, les permitirían organizarse, turnarse en el cuidado y atención de la familia, pues considera que dedicar tiempo de calidad a la familia exige un cambio de mentalidad, por ello cree necesaria una campaña educativa hacia la población.

Si se analizan las cifras actuales de ausentismo, refiere, la mayor cantidad de faltas la tienen las mujeres, porque en los estratos donde el nivel de escolaridad es menor, el hombre se desentiende de la atención a los hijos y deja toda esta responsabilidad a la mujer, quien tiene que llevarlos al médico y representarlos en la escuela; no hay una responsabilidad compartida.

Este fenómeno casi no se observa o desaparece mientras mayor es el nivel de preparación académica de la pareja, refiere Macías; este grupo de la población entiende que la atención a los hijos es una tarea de dos: papá y mamá, que deben compartir la responsabilidad y las tareas que esto implica.

Estar dentro desde afuera

Hay casos en que además de tiempo para dedicarles a los hijos, escasean también la paciencia, tolerancia y hasta el interés o atención; en otros casos se intenta complacer en demasía a los hijos para compensarlos por falta de tiempo brindado.

Al respecto, la psicóloga clínica Romy Albuja dice que el padre que más quiere a su hijo es aquel que más firme es con él: “No es el padre cómodo que no corrige para no sentir el dolor de haberle impuesto un castigo o haberle dicho un “no” y evitar así que el chico se vaya al cuarto deprimido o disgustado conmigo... entonces le doy todo lo que me pida”.

Albuja refiere que tiene pacientes de todos los niveles económicos, quienes por atender su trabajo no disponen del tiempo que quisieran para sus hijos.

Menciona el caso de una pareja preocupada por sus hijos de 10 y 15 años. El pequeño estaba mal en una materia y le puso una profesora en casa. El niño comenzó a decirle: “Mami, mejor enséñame tú...”. Aparentemente había rigidez y presión demarcante y se tornó intolerante. Llegaron a un acuerdo con el hijo mayor para que este lo ayudara con las tareas y luego la mamá se las revisara cuando llegara del trabajo.

Pero la situación era desgastante porque la pareja, además de tener cada uno su empleo, incursionó en un negocio de importaciones que atendía adicionalmente.

Albuja le sugirió hacerle seguimiento a su hijo por vía telefónica. Llamarlo cuando llegue de la escuela, preguntarle cómo le fue, qué deberes le enviaron, etcétera.

A los quince días se vieron los resultados, dice Albuja; la mamá realmente ya no tenía mucho que corregir, los deberes están bien hechos y en esas llamadas, en esas conversaciones, su hijo empezó a contarle del amigo tal, de la profesora tal, de lo que le dijeron, de que se disgustó el amiguito con él... al punto que la mamá manifestó: “Acabo de darme cuenta de lo que me perdí con el de 15 años, de lo que no me enteré; pese a que siempre creí estar pendiente, no sé tanto del de 15 como estoy sabiendo ahora del de 10. Verdad es que me tengo que levantar de mi escritorio, coger el celular y hablar en algún lugar aparte y que cuando vuelvo están con la carota mis compañeros del trabajo y creo que no estoy trabajando ni bien”.

Albuja dice que se es buen trabajador o buen padre. Porque si uno es buen trabajador, está embebido en su trabajo y no se entera de lo que pasa en su casa. Si es buen padre, está metido en su casa y en el trabajo no tanto...

Si los padres no están en constante comunicación y haciéndoles seguimiento, podrían estar perdiéndose “la vida” de su hijo, señala.

Si al llamarlo él responde “ya, ya”, “sí, ajá”, “estoy ocupado”, debe ser persistente. Su constancia le hará notar que usted se está preocupando por él.

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