Privacidad y confianza para ayudar a crecer

17 de Mayo de 2015

Son claves para encontrar un balance entre la necesidad de los adolescentes de que se respete su espacio y el deseo de los padres de saber qué está pasando con ellos.

El deseo de tener espacio y tiempo propio es parte natural de la adolescencia. Es el momento de aprender a separarse y a ser individuos, de formar límites y tener un lugar donde estar solos, y eso debe ser respetado por la familia.

También es la etapa de ganar nuevas capacidades físicas y mentales y desarrollar nuevos intereses sociales. Parte de ser adulto es haber aprendido a manejar esos retos con independencia y responsabilidad.

¿Derecho o privilegio?

La privacidad es un derecho humano fundamental. Es, además, algo que tiene significados diferentes de persona a persona. Danah Boyd, investigadora de Microsoft Research, entrevistó a chicos durante la investigación para un libro sobre adolescentes y redes, y descubrió que a ellos les importa su privacidad, pero que resienten el hecho de tener que negociarla siempre con sus padres, como si no fuera un derecho.

Mientras tanto, los padres también pasan dificultades: encuentran que no basta establecer reglas y pretender que estas sean inamovibles hasta que los hijos sean mayores de edad. Deben desprenderse de esa idea e ir ajustando sus expectativas de control, pues están tratando con personas en crecimiento.

Un estudio del Centro de Investigación de Desarrollo Adolescente de la Universidad de Utretch, titulado Todavía no he encontrado lo que estoy buscando (2013), concluye que la invasión de la privacidad es contraproducente al esfuerzo de los padres de saber más sobre sus hijos, debido a que estos desarrollan nuevas maneras de guardar sus secretos.

También afirma que hay que diferenciar entre invasión y comunicación. El esfuerzo por crear una relación de confianza no es en vano. El constante y respetuoso ajuste de límites ayuda a padres y jóvenes a ampliar sus perspectivas. Los padres aprenden a cuidar sin sobreproteger, y a ser más realistas sobre lo que esperan de los hijos. Y estos aprenden a utilizar su derecho, a negociar y a ganar espacio, confianza y seguridad en sí mismos.

Los secretos

Querer tiempo para estar solo no significa necesariamente que su hijo le está ocultando cosas graves o importantes de su vida. Tener secretos va de la mano con el desarrollo de la independencia y es parte normal del crecimiento.

La alarma se reserva para el secretismo. Si un chico pasa demasiadas horas en su cuarto, si una chica no quiere hablar incluso cuando usted está tratando de abrir las líneas de comunicación, podría ser una señal de depresión, uso de alguna sustancia o de problemas de abuso. También podría ser un exceso de juegos electrónicos o de internet.

Sus hijos pueden usar mal la privacidad, y necesitan oír que usted los ama a pesar de todo. Susan Swick, jefa de psiquiatría infantil y adolescente del hospital Newton-Wellesley, en Newton, MA, recomienda que sin importar lo que esté pasando con los jóvenes, el primer mensaje que debe llegarles es que pueden contar con sus padres. “Deberían sentirse aliviados de hablar con usted”.

Monitorear o alejarse

Los adolescentes tienen derecho a la privacidad, pero necesitan ayuda para saber qué hacer con ella. Como su espacio personal no puede ser invadido, urge que usted se acerque, pida que lo dejen pasar, proponga su asistencia y haga sentir que está ahí para ellos y que le interesa saber cómo están (antes de exigir saber qué están haciendo).

Los adolescentes valoran tener la confianza y el respeto de sus padres y no quieren perderlos. Cuando sienten que confían en ellos, tienen más libertad para ser honestos con usted y respetar las reglas.

Respeto

Pregúntese lo que en realidad debe saber de su hijo. Eso puede ayudarlo a encontrar el límite de su privacidad. Hay cosas que es vital preguntar, como adónde va por la noche, cómo va a llegar hasta allá y con quién va a regresar. Las conversaciones que tiene con sus amigos, por otro lado, son personales.

Entrar en confianza

Fortalezca su respeto por la privacidad de sus hijos:

• Toque la puerta antes de entrar a su habitación.

• Pregunte antes de mirar en su bolso o mochila escolar.

• Confirme si quieren que esté presente durante la consulta médica.

• Pongan reglas básicas y alrededor de ellas dibujen fronteras que irán cambiando a medida que sus hijos crezcan.

• Los adolescentes mayores que terminan el colegio o trabajan amplían el área de su privacidad y de sus responsabilidades.

• Hablen de situaciones en que necesitaría cruzar las fronteras: cuando esté preocupado de que algo no esté bien con sus hijos y ellos se rehúsen a hablar.

• No escuche sus conversaciones telefónicas ni registre su habitación o sus cajones.

• Desista de revisar su correo electrónico, conseguir sus contraseñas o enviarle solicitudes de amistad. Los jóvenes migran constantemente a nuevas redes sociales donde usted difícilmente los podrá seguir.

• Cuando su hijo empiece una conversación, deje lo que esté haciendo y escúchelo atentamente. La escucha activa envía el mensaje de que lo que él o ella dicen es interesante e importante.

• Conozca a los amigos de sus hijos y deles la bienvenida a su casa, así tendrá que preguntarse mucho menos con quién están.

• Desde temprana edad diga a sus hijos qué información necesita y espera tener de ellos para estar tranquilo.

• Siéntense a comer en familia siempre que sea posible, para conversar.

• Esté al tanto de actividades escolares, tareas y exámenes, vaya a la escuela para las reuniones de padres, pero no intente hacer cosas que sus hijos pueden solos.

• Si no puede estar cuando ellos llegan del colegio, pídales una llamada o un mensaje para saber que llegó a casa. Es una petición razonable a cualquier edad.

• Si pone reglas de lo que pueden hacer en su tiempo privado (uso de la pantalla, por ejemplo), les dará la oportunidad de demostrar que son responsables (o les enseñará que aún no lo son).

• Tenga noción de lo que su hijo ve en la televisión o hace en la computadora manteniendo estos equipos en áreas compartidas de la casa.

• Se justifica pedir información firmemente cuando no la han dado a tiempo: dónde estaban y adónde
van. (F)

 

Fuentes: Perspectivas de padres y adolescentes sobre la privacidad, Carnegie Mellon University (2014); Es complicado: la vida social de los adolescentes en redes, Danah Boyd, Yale University Press (2014); Todavía no he encontrado lo que estoy buscando (2013), revista Psicología del Desarrollo de la Asociación Americana de Psicología; WebMD.com; RaisingChildren.net.au

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