Prevención desde el hogar

09 de Octubre de 2016

La dependencia de sustancias está entre los problemas más graves hoy, pero también es uno de los que se trata de manera menos eficaz, según el libro Cero drogas.

La prevención y rehabilitación de las drogas no está yendo por la vía correcta, afirma el director de la casa asistencial Salva tu Vida, en Guayaquil, Ithel Idrovo. “¿Quién se recupera con una valla que diga: ‘Dile no a las drogas?’”, cuestiona.

El consumo se ha disparado en los últimos diez años, expone, por el nacimiento de drogas diferentes, como el popper, que había desaparecido hacía un cuarto de siglo, pero ha vuelto.

Pero a la que llama la reina de las drogas actuales es la hache, que no es lo que se piensa, dice, porque sus componentes cambian y se adaptan con facilidad. “Es una droga compuesta por diferentes químicos, incluido el veneno para ratas. Y ese es el efecto que causa en los seres humanos. El consumidor muere envenenado”.

En el libro Cero drogas, Idrovo alienta a los padres a observar en los hijos cualquier actitud irregular: “No se integra con la familia, mantiene discordia con los padres, no acepta llamados de atención; se aísla con facilidad, es irregular en sus hábitos alimenticios; los cambios en las calificaciones son una buena pauta; se desaparecen cosas de la casa”.

Es un tema mal enfocado, opina, pues las tablas de cantidades de sustancias estupefacientes y psicotrópicas dieron luz verde para el consumo.

Empezar temprano

Los adultos tienen que entender que el joven tiene tendencia a aplicar la ley del mínimo esfuerzo, y que ante esto, los padres sienten la tentación de ser permisivos. “El peor castigo para un padre es que un hijo le grite o le levante la mano, y creen que lo evitan siendo condescendientes”.

Idrovo identifica algunos de los justificativos de los mayores: “’Quiero que tengan lo que yo no tuve, no quiero que pasen lo que yo pasé’. Lo que usted no tuvo”, recalca, “lo que usted vivió, lo formó para ser quien hoy es”. Sin esas experiencias, el no podrá ser independiente, insiste, aun en el caso de que nunca experimente con drogas.

La dependencia, señala, no es exclusiva de una sustancia. También se puede ser dependiente de los padres indefinidamente. “No es recomendable desde ningún punto de vista que un hijo, después de la etapa estudiantil, estire la mano para pedir y no para dar. Deberían ser un apoyo para la familia, no una carga”.

Los padres no pueden convertirse en agentes facilitadores, dice Idrovo, aunque tuviesen todos los medios para hacerlo.

Esa parte de la educación no se puede delegar a la escuela. “Los establecimientos educativos no están para formar la conducta; no es allí donde se aprende a saludar ni a respetar, sino en la casa. Por eso es importante que los padres reflexionemos en este tema y tomemos acciones”.

Una de las claves de la prevención, continúa, es que los padres se involucren más en las actividades de los hijos. “Si mi hijo va a la casa de Juanito, debo saber quién es Juanito, dónde vive, hablar con sus padres y conocerlos. Eso le indica al joven que hay personas que están pendientes de él, que lo aman”.

La adolescencia es tarde, advierte, para empezar a hacerse presente en la vida escolar y social de los hijos. “Es un derecho y obligación de los padres”.

También insiste en la necesidad de dejar claro en la familia que todos, incluso los niños, tienen responsabilidades y que no hay que esperar recompensas cada vez que se cumple con una de ellas, como premios por las buenas notas. “No estoy de acuerdo con ese tipo de convenios con los hijos; sí creo muchísimo en la obediencia y el respeto”.

“Lo que hoy hacemos con el niño es lo que va a hacer de grande. Una de nuestras obligaciones es predicar con el ejemplo. En su concepto de la autoridad, el hijo siempre verá a los padres con respeto. “Que aunque el padre tenga 90 años y esté frágil, se respete lo que él diga”.

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Rehabilitar los centros

Para Idrovo es primordial que existan convenios con las instituciones ya existentes. Habla de un involucramiento de las instituciones educativas, la empresa privada y los organismos del Estado. “Voy a iniciar una campaña para que el Municipio de Milagro construya un centro de tratamiento para personas con adicciones”.

A los centros existentes hay que brindarles seguridad, capacitación y apoyo.

No es un trabajo sencillo, añade, “porque se trata con la voluntad del paciente, y la mayor parte del tiempo este no quiere que lo ayuden. El reglamento actual exige que el paciente firme voluntariamente un documento de ingreso, y también indica que, si ya no quiere permanecer en el proceso, puede desertar”. Eso, explica, es seguir el ritmo de la adicción, “hoy el paciente quiere y mañana no. Se convierte en un juego”.

No se trata, finaliza, de perseguir al adicto, sino de brindar una ayuda integral y eficaz. ¿Cómo encontrar un equilibrio? Con las evaluaciones psicométricas que permitan saber en qué estado está el paciente y qué exactamente requiere. (D.V.) (F)

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