El niño y la mentira

04 de Marzo de 2018
Alex Stone | NYT

Mentir a corta edad (2-3 años) es un indicador de inteligencia. El desafío es enseñar los beneficios de la honestidad por sobre la aparente ventaja del engaño.

Es muy probable que la mayoría de nosotros responda que sí. Creemos que la honestidad es un imperativo moral e intentamos inculcar esta creencia en nuestros hijos. Los cuentos clásicos moralistas como Pedro y el lobo y Pinocho hablan de los peligros de la deshonestidad y en ocasiones se piensa que los niños que dicen muchas mentiras o que comienzan a mentir desde que son muy pequeños tienen un desarrollo anormal que los predispone a causar problemas más adelante en su vida.

Sin embargo, hay estudios que muestran que mentir es una señal de inteligencia.

Experimentos

Algunos estudios han descubierto que los niños pueden darse cuenta de las mentiras y mentir desde los 2 años. En un experimento se les pidió a los menores no dar un vistazo a un juguete escondido detrás suyo mientras el investigador se iba de la habitación diciendo cualquier pretexto. Minutos después, el investigador regresaba y le preguntaba al niño si había echado un vistazo o no.

Este experimento, diseñado por el psicólogo del desarrollo Michael Lewis a mitad de la década de los 80 y realizado con cientos de niños desde entonces, ha resultado en dos hallazgos consistentes. El primero es que la gran mayoría de los niños echará un vistazo al juguete a los pocos segundos de haberse quedado solo. El otro es que un número significativo de ellos miente al respecto. Al menos un tercio de los niños de 2 años, la mitad de los niños de 3 años y el 80% o más de los niños de 4 años para arriba negarán su transgresión, sin importar cuál sea su género, etnicidad o la religión de su familia.

¿Por qué algunos niños comienzan a mentir a edades más tempranas que otros? ¿Qué los distingue de sus compañeros más honestos? En corto, la respuesta es que son más listos.

El profesor Lewis descubrió que los pequeños que mienten sobre haber echado un vistazo al juguete tienen un coeficiente intelectual verbal mayor que el de aquellos que no mienten; la diferencia es de hasta diez puntos. (Los que no espían el juguete son los más inteligentes de todos, pero son una excepción).

Las mentiras y el cerebro

Otra investigación mostró que los niños que mienten tienen mejores “funciones ejecutivas” –facultades y habilidades diversas que nos permiten controlar nuestros impulsos y que nos mantienen enfocados en una tarea–, así como una capacidad intensificada para ver el mundo a través de los ojos de otros –un indicador clave de desarrollo cognitivo conocido como la Teoría de la mente–.

(Los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad, que se caracterizan por una funcionalidad ejecutiva más débil, y aquellos con trastornos del espectro autista, con problemas en cuanto a la teoría de la mente, tienen dificultades para mentir). Los pequeños mentirosos incluso son más equilibrados emocionalmente y adeptos socialmente, según estudios recientes en estudiantes de preescolar.

Ejercicios de honestidad

Los descubrimientos suenan paradójicos para los padres. Queremos que nuestros hijos sean lo suficientemente listos para mentir, pero también moralmente reacios a hacerlo. Además, hay momentos en los que la seguridad del niño depende de que nos digan la verdad, como en casos que involucran maltrato o abuso. ¿Cómo podemos hacer que nuestros hijos sean honestos?

1. En general, motivarlos con incentivos funciona mejor que hacerlo con amenazas. Los castigos severos como los golpes tienen efectos reducidos en cuanto a disuadir la mentira, según indican los estudios. Haláguelos por ser honestos y extiéndales invitaciones no punitivas para que digan la verdad: “Si me dices lo que realmente pasó, estaré muy agradecido contigo”.

2. También funciona una simple promesa. Varios estudios muestran que los chicos, hasta los 16 años, son menos propensos a mentir acerca de sus fechorías y las de otras personas si antes prometieron decir la verdad. Curiosamente, esto funciona incluso con niños que no saben el significado de la palabra promesa. Simplemente establecer un acuerdo verbal (Diré la verdad) logra el cometido. Parece que cuando dejan de ser bebés los niños ya entienden el significado de hacer un compromiso verbal con otra persona.

3. La clave para alentar una conducta honesta es dar mensajes positivos que enfaticen los beneficios de la honestidad en lugar de las desventajas del engaño.

4. Evite los cuentos o fábulas con moralejas amenazantes. El profesor Lee y otros descubrieron que leer historias a los niños acerca de los peligros del engaño, como Pedro y el lobo y Pinocho, no logran disuadirlos de mentir. Además, leerles historias en las que la honestidad es laudada, como la fábula de George Washington y el árbol de cerezo, por ejemplo, sí reduce la cantidad de mentiras, aunque hasta cierto punto.

*Alex Stone es máster en Física y autor de Engañando a Houdini, un libro sobre el ilusionismo.

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