Conozca el temperamento del bebé

27 de Noviembre de 2016

Este es un rasgo importante de salud social y emocional. Describe la manera en que nos aproximamos y reaccionamos a los demás. Es nuestro estilo personal presente desde el nacimiento.

Hay tres tipos de temperamento generales que a menudo se conocen como sociable, reservado y activo. Los niños sociables son, en general, felices y activos desde el nacimiento y se ajustan fácilmente a nuevas situaciones y ambientes. Los niños reservados son observadores, calmados y necesitan tiempo extra para ajustarse a nuevas situaciones. Los niños con temperamento activo a menudo tienen rutinas diferentes para dormir y comer, y a menudo viven todas las experiencias con intensidad. A menudo los niños tienen diferentes comportamientos que abarcan todos los rasgos.

Hay nueve indicadores que pueden ayudar a descifrar el temperamento del niño y la manera en que reaccionan al mundo: nivel de actividad, distracción, intensidad, regularidad, sensibilidad, accesibilidad, adaptabilidad, persistencia y humor.

Cada cuidador y cada padre es también único en su temperamento. La compatibilidad entre el niño y el adulto puede afectar la cualidad de las relaciones. El adulto no tiene que cambiar su manera natural de ser, simplemente tiene que ajustar sus métodos de crianza para ser un apoyo positivo a la naturalidad del niño. Por ejemplo, si un niño es altamente activo, un cuidador puede empacar actividades y juegos extra en la pañalera, para la sala de espera del doctor o la fila del supermercado. Para un niño que necesita tiempo para acostumbrarse a lo nuevo, un cuidador puede estar siempre cerca, esperando a que se ajuste y se sienta seguro.

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Entendiendo al bebé

1. El nivel de actividad se refiere al nivel general de la actividad motora, sea en sueño o en vigilia: largos y pequeños movimientos musculares, como correr, saltar, dar vueltas, sostener un crayón, recoger juguetes. Un niño altamente activo está siempre en movimiento y no se deja sujetar. Un niño con baja actividad prefiere menos ruido y movimiento.

2. La distractibilidad es la facilidad con que uno puede enfocarse o desenfocarse. El niño altamente distraído se incomoda hasta con las más pequeñas señales de hambre o sueño, mientras que otros niños soportan incluso la incomodidad.

3. La intensidad es el nivel de energía de la respuesta emocional; en los niños intensos, esa respuesta es muy fuerte, tanto en lo positivo como en lo negativo. En cambio, los niños con baja intensidad tienen reacciones emocionales silenciosas.

4. La regularidad muestra cuán predecibles son las funciones biológicas del niño. Se puede saber cuándo el niño regular está por tener apetito, sueño o aburrirse. El niño irregular es difícil de leer.

5. La sensibilidad describe cuánto afecta el estímulo físico como la luz, sonido, temperatura y textura. El niño sensible no acepta cualquier alimento y tiene dificultad para dormir en una cama que no es la suya. El niño con baja sensibilidad puede dormir donde sea y prueba nuevas comidas con agrado.

6. La accesibilidad es la respuesta inicial a nuevos lugares, situaciones o cosas. Mientras los niños accesibles se acercan de buen agrado a la gente nueva, otros dudan y se resisten a todo lo que no conocen.

7. La adaptabilidad dictamina cuán bien se ajusta uno a los cambios y transiciones. Si el niño pasa de una actividad a otra sin problemas y requiere poco tiempo para sentirse bien en un ambiente distinto, es muy adaptable. Pero puede ser que otros lloren o se abracen a sus cuidadores cuando se ven en un espacio desconocido.

8. La persistencia es la extensión de tiempo que uno dedica a una actividad al enfrentar obstáculos. Los niños persistentes continúan y no se frustran fácilmente. Los niños con poca de esta capacidad se mueven a otra tarea apenas algo no sale como quieren, y se enojan en el proceso.

9. El humor es la tendencia natural a reaccionar al mundo. Los positivos reciben todo sin perder su jovialidad, pero los serios observan todo lo que sucede y tienden a ponerse pensativos ante lo nuevo. (F)

Fuente: Centro para el Desarrollo Infantil y Humano de la Universidad de Georgetown.

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