¿Ganamos… o perdimos?

Por Ángela Marulanda
26 de Julio de 2015

Podría creerse que la vida del siglo XXI sería maravillosa gracias a todas las posibilidades, opciones, actividades, diversiones y demás que tenemos hoy como resultado de los avances de la tecnología virtual. Sin embargo, ¿será que, gracias a tantas innovaciones, hoy vivimos más felices? Es verdad que tenemos más oportunidades además de miles de ‘amigos’ en las redes sociales, pero por eso mismo andamos tan atareados y agotados que no podemos gozar de la compañía de nuestros seres más queridos.

Me pregunto ¿a qué se debe que no tengamos un minuto libre a pesar de que contamos con toda suerte de aparatos que nos permiten hacer más cosas en menos tiempo? ¿Cuándo decidimos que tenemos que comprar todo, tener lo que tienen todos y vivir corriendo como locos para estar a la altura de los demás?

Las consecuencias de este activismo son deplorables. Hoy ya los niños no tienen tiempo de jugar, ni de explorar su entorno o de ensayar diferentes roles (ser un superhéroe, convertirse en princesa o jugar al papá y a la mamá…). Tampoco pueden, ni se les ocurre subirse a los árboles, saltar la soga, volar cometas o hacer aviones de papel… porque tienen tantos entrenamientos y distracciones que no tienen cuándo ser niños. A decir verdad, hoy a lo que más se dedican es a deambular por el ciberespacio, enviar mensajes digitales y acumular ‘amigos’ virtuales (que nunca han visto en persona).

¿Cómo es posible que hoy pasemos tanto tiempo en el mundo virtual que ya no tenemos tiempo para conversar y gozar con nuestros seres queridos? Hoy no hay un espacio exclusivo para la vida familiar porque gracias a los computadores, celulares y tabletas, nuestra cabeza y nuestro corazón nunca están a donde se supone que estamos ni con quienes debemos estar.

Ser seres humanos significa ser personas que amamos, soñamos y servimos. Pero me pregunto si nos damos cuenta de que al vivir conectados a máquinas estamos dejando de alimentar nuestro corazón y el de nuestros hijos y por eso hoy tenemos de todo… pero poco afecto, paz y armonía en el hogar. Es verdad que gracias a la tecnología hemos ganado mucho… pero perdiendo lo fundamental: una familia unida por la dedicación, el respeto y el afecto que enriquece las vidas de todos sus integrantes. (O)

www.angelamarulanda.com

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