El narcisista entre nosotros

Por Lenín E. Salmon
05 de Octubre de 2014

Todos conocemos a alguien con aires de grandeza o superioridad, convencido de que el mundo gira a su alrededor y de tener el derecho a que las cosas salgan como él quiere, sin importar quien quede perjudicado. Es el narcisista, una persona que adora su imagen y persigue la admiración de los demás. Lo demás no le interesa.

Aunque no conocemos con certeza cómo se crea la personalidad narcisista, se presume que existe un componente biológico que puede ser estimulado por situaciones ambientales en los primeros años de vida. Padres narcisistas, o con esa tendencia, “enrumban” a sus hijos, sobre todo a los varones, en dicha dirección. Crean en ellos la certidumbre de que son superiores a sus pares (más inteligentes, más guapos, más “nobles”) y que nacieron con el derecho a que sus deseos y ambiciones se cumplan, de una u otra forma.

Este sutil lavado de cerebro va implantando en su mente un cuadro irreal sobre cómo es la vida y cómo debe ser vivida, gradualmente insensibilizándolo sobre los efectos dañinos de sus acciones en la vida de los demás, finalmente produciéndose una desconexión moral con su entorno. Extrañamente, un porcentaje proviene de hogares donde hubo todo lo contrario (autoritarismo, desamparo, exceso de castigo, indiferencia, etc.), por lo que es posible que las actitudes parentales extremas sean las causas más influyentes.

Ahora, aunque su presencia en la vida de los demás será perjudicial, esto no significa que sea una persona desagradable: es todo lo contrario, encantadora, expresiva, entusiasta; capaz de persuadir a cualquiera con su labia, aplomo y audacia. Muchos de ellos son personas de éxito, emprendedoras, con recursos intelectuales, técnicos y sociales como para convencer al más escéptico de la infalibilidad de un proyecto, o de las ventajas de tener su compañía, o afecto. El problema es el menosprecio que en el fondo siente hacia los demás, que eventualmente se evidenciará dañinamente.

Detrás de la máscara, el narcisista es muy inseguro, depresivo, con la necesidad de mantener en alto su falsa imagen (no conocen otra forma de vivir) so pena de desmoronarse moralmente y colapsar psicológicamente, incluso con riesgos suicidas. Son personas que necesitan psicoterapia profunda, usualmente acompañada de ayuda farmacológica. El pronóstico no siempre es positivo.

salmonlenin@yahoo.com

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