La tercera pasión

Por Paulo Coelho
03 de Septiembre de 2017

Recuerdo haber vivido apenas tres pasiones arrebatadoras, de aquellas que te hacen leer todo lo que, al respecto, tienes al alcance, conversar de forma compulsiva sobre el asunto, buscar personas con las mismas afinidades, y dormirte y levantarte pensando en ello. La primera fue cuando compré un ordenador, abandonando así para siempre la máquina de escribir, y descubriendo la libertad que esto me daba. La segunda fue cuando entré por primera vez en internet, ya en aquella época una biblioteca mayor que la mayor de todas las bibliotecas. Y, la tercera, por el contrario, no tiene nada que ver con avances tecnológicos. Se trata de... un arco y una flecha. En mi juventud leí un libro fascinante, Zen en el arte del tiro con arco, de E. Herrigel, en el que relataba su recorrido espiritual a través de este deporte. La idea permaneció en mi subconsciente hasta que un día, en las montañas de los Pirineos, conocí a un arquero. Tras varias charlas, él me prestó su material y a partir de entonces no he podido vivir sin practicar el tiro al blanco casi todos los días.

En mi apartamento en Brasil, hice un estand de tiro, de aquellos que, cuando llegan las visitas, se pueden desmontar en cinco minutos. En las montañas francesas, salgo a practicar todos los días, lo cual ya en dos ocasiones me ha postrado en cama con hipotermia, ya que me quedé más de dos horas expuesto a una temperatura de -6 ºC. Participé en un Fórum Económico Mundial en Davos con ayuda de analgésicos fortísimos: dos días antes, debido a una mala postura en un brazo, sufrí una dolorosa inflamación muscular.

¿Y dónde está la fascinación de este deporte? No existe nada de utilidad práctica en el tiro al blanco con arco y flecha, armas que se remontan a 30.000 años antes de Cristo. Pero Herrigel sabía de qué estaba hablando. A continuación, algunos fragmentos de este libro que se pueden aplicar a varias actividades de la vida diaria:

“En el momento de mantener la tensión, esta debe estar concentrada solo en aquello que necesitas usar; economiza tus energías, aprende (como el arco) que para alcanzar algo no hace falta hacer un movimiento gigantesco, sino focalizar tu objetivo”.

“Mi maestro me dio un arco muy rígido. Le pregunté por qué me comenzaba a enseñar como si yo ya fuese un profesional. Él respondió: Aquel que comienza con cosas fáciles, no se prepara para los grandes retos. Mejor saber desde el principio qué tipo de dificultades vas a encontrar en tu camino”.

“Durante mucho tiempo estuve tirando sin conseguir abrir bien el arco, hasta que un día el maestro me enseñó un ejercicio de respiración y todo fue más fácil. Le pregunté por qué tardó tanto en corregirme. Él respondió: Si desde el primer momento te hubiese enseñado los ejercicios respiratorios, habrías pensado que no eran necesarios. Ahora creerás en lo que te digo y practicarás como si fuese realmente importante. Quien sabe educar, actúa así”.

“El momento de soltar la flecha sucede de manera instintiva, pero antes hay que conocer bien el arco, la flecha y el blanco. El tiro perfecto en los desafíos de la vida también usa la intuición. Pero solo podemos olvidar la técnica una vez que la dominamos completamente”. (O) www.paulocoelhoblog.com

  Deja tu comentario