Historias de Murali: Lecciones y aprendizaje

Por Paulo Coelho
16 de Noviembre de 2014

“No existen errores. Los acontecimientos que atraemos hacia nosotros, por más desagradables que sean, son necesarios para enseñarnos lo que necesitamos aprender”.

Tengo la costumbre de ojear los foros de debate sobre mis libros en internet: a través del lector, el escritor obtiene una visión más clara de su trabajo. En uno de estos foros estuvo un indio llamado Murali que a cada momento colocaba algunos textos muy interesantes en la red. Aquí van algunos:

La niña y la tempestad

La niña acostumbraba a ir caminando todos los días a la escuela. Una tarde de tempestad, en que los vientos soplaban cada vez con más fuerza y los rayos y truenos sacudían el vecindario, pasó su hora habitual de regresar a la casa sin que apareciera.

La madre, preocupada, telefoneó al colegio, donde le informaron que la niña ya se había ido. Al ver que no llegaba, se puso el impermeable y salió, imaginando que su hija debía de estar paralizada de miedo, escondida quizás en la casa de algún vecino, llorando y esperando que la tempestad pasara.

Para su tranquilidad, en cuanto dobló la esquina vio a la niña que caminaba lentamente en dirección a la casa; pero paraba cada vez que caía un rayo, miraba hacia el cielo y sonreía.

La madre corrió, colocó a la niña bajo su capa y le preguntó por qué se había demorado:

—¿Es que no ves los flashes?— dijo ella. ¡Dios me está sacando fotos!

Otra niña y otra tempestad

Una chica (mayor que la de la primera historia) iba hacia la casa de su abuela, situada en una montaña. Llovía a cántaros, el viento soplaba y los truenos retumbaban a cada momento.

Cuando ya estaba casi llegando a su destino, sintió que algo le rozaba los pies. Y al mirar hacia abajo, observó que era una serpiente.

—Me estoy casi muriendo— dijo la serpiente. Hace mucho frío, no hay comida en esta montaña, por favor, ¡protégeme! Cobíjame bajo tu abrigo, salva mi vida y seré tu mejor amiga.

A pesar de la tempestad, la chica se detuvo y comenzó a reflexionar. Miró la piel dorada y verde de la serpiente, y se dijo a sí misma que jamás había visto nada tan hermoso. Pensó en cómo provocaría la envidia de sus amigos de clase al aparecer con una serpiente que la defendería de todo. Y finalmente dijo:

—Está bien. Te salvaré porque los seres vivos merecen cariño.

La serpiente se hizo amiga de la niña, le sirvió para asustar a las personas agresivas del colegio y le hizo compañía en los días solitarios. Hasta que una noche, cuando estaba haciendo sus deberes en la casa, sintió un dolor agudo en el pie derecho. Al mirar hacia abajo, vio que la serpiente la había mordido.

—¡Tú eres venenosa!— gritó. ¡Me moriré enseguida!

La serpiente no dijo nada.

—¿Cómo me haces esto, si yo salvé tu vida?

—Aquel día, cuando tú te inclinaste para salvarme, sabías que yo era una serpiente, ¿o no? Y, lentamente se fue arrastrándose.

Reflexión

Un texto del escritor Richard Bach: “No existen errores. Los acontecimientos que atraemos hacia nosotros, por más desagradables que sean, son necesarios para enseñarnos lo que necesitamos aprender. Cuando iniciamos la vida, cada uno de nosotros recibe un bloque de mármol y las herramientas necesarias para convertir este bloque en escultura. Podemos arrastrarlo intacto toda la vida, podemos reducirlo a cascajos o podemos darle una forma gloriosa.

Test para verificar si tu misión en la Tierra está cumplida:

Responde rápidamente: ¿estás vivo? Si la respuesta es “sí”, entonces te falta mucho por hacer.

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