Explicando a Dios: Reflexiones árabes

Por Paulo Coelho
14 de Agosto de 2016

“Establece una relación firme al comienzo de tu jornada espiritual. Reza. También es importante tener fuerza de voluntad. Y si es posible disfrutar de un poco de soledad, tanto mejor”.

De nada sirve pedir explicaciones sobre Dios. Oiremos palabras bonitas, pero, en el fondo, serán frases vacías, de la misma manera que uno puede leer toda una enciclopedia sobre el amor y no por ello saber lo que es amar.

Nadie conseguirá jamás probar que Dios existe o que no existe. Ciertas cosas en la vida fueron hechas para ser experimentadas, nunca para ser explicadas.

El amor es una de estas cosas. Dios, que es amor, es otra de ellas. La fe es una experiencia infantil, en aquel sentido mágico que Jesús nos enseñó: “de los niños es el reino de los cielos”.

A continuación, tres historias árabes sobre lo vana que resulta dicha búsqueda:

Empezando por el principio

Un hombre preguntó a Al-Husein:

–¿Qué debo hacer para acercarme más a Dios?

–Comparte con Él un secreto. Y no dejes que nadie en este mundo sepa cuál es ese secreto. De esta manera establecerás un lazo de confianza con la Divinidad.

Pero el hombre continuó:

–¿Solo eso me ayudará a acercarme a Él?

–Establece una relación firme al comienzo de tu jornada espiritual. Reza. También es importante tener fuerza de voluntad. Y si es posible disfrutar de un poco de soledad, tanto mejor.

–Pero, ¿cómo puedo llegar al estado ideal de comunicación con Él?

–Ya te he explicado todo lo que necesitas saber –dijo Al-Husein–. Pero tú quieres llegar al final antes de haber empezado, y eso no es posible.

Amar sin miedo

Un peregrino llegó a la aldea donde vivía Abu Yazid al-Bistrami.

–Enséñame la manera más rápida de llegar hasta Dios.

Al-Bistrami respondió:

–Ámalo con todas tus fuerzas.

–Eso ya lo hago.

–Entonces necesitas ser amado por los demás.

–¿Por qué?

–Porque Dios mira al corazón de todos los hombres. Cuando visite el tuyo, ciertamente verá tu amor por Él, y se alegrará. Sin embargo, si en el corazón de otras personas encuentra tu nombre escrito con cariño, ten por seguro que pondrá mucha más atención en ti.

Queriendo acortar el camino

–¿Por qué nos haces perder el tiempo buscando a Dios, cuando tú ya lo conoces tan bien? –le dijo a Hasan de Basra un discípulo–. Podías contarnos cómo es Él.

–Sí –respondió Hasan de Basra–. Pero resulta que, cierta tarde que estaba yo delante de un pantano, vi que un hombre se preparaba para atravesarlo.

Grité: “¡Cuidado, que puedes resbalar en una piedra y ponerte empapado!”.

El hombre me respondió: “Si eso sucede, yo seré el único que tendrá que secarse. Sin embargo, Hasan, si tú resbalas en tu camino y caes, todos tus discípulos resbalarán y caerán contigo”.

“En aquel momento comprendí: Dios es un desafío individual, cada persona es responsable de su propia búsqueda. Un maestro puede compartir su experiencia, pero jamás sus resultados”. (O)

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