Budismo zen: Meditación y destino

Por Paulo Coelho
29 de Noviembre de 2015

“El mayor milagro de mi maestro es que no necesita mostrar ningún prodigio para convencer a sus alumnos de que es un sabio”.

Un estudiante recién llegado al monasterio buscó al maestro Nolami y le preguntó cómo debía prepararse para el ejercicio de meditación.

- “No tengas miedo de preguntar” fue la respuesta.

- “¿Y cómo aprendo a preguntar?”.

- “Un maestro es como una campana. Si le das solamente un leve toque, solo escucharás una leve vibración. Mas si la sacudes con energía, resonará bien alto y llegará hasta lo más profundo de tu alma. Pregunta con valor, y no te detengas hasta obtener la respuesta que buscas”.

Nadie cambia el destino

Ante una batalla decisiva, el general japonés decidió tomar la iniciativa y atacar, a pesar de saber que el enemigo era mucho más numeroso. Aunque confiastes en su estrategia, sus hombres estaban temerosos.

Camino hacia la confrontación, resolvieron parar en un templo. Después de rezar, el general se dirigió a sus soldados:

- Voy a arrojar esta moneda. Si sale cara, volveremos todos al campamento. Si sale cruz, significará que los dioses nos protegen y que derrotaremos al enemigo. Ahora se revelará nuestro futuro.

Tiró la moneda al aire y los ojos ansiosos de sus soldados vieron el resultado: cruz. Todos vibraron de alegría, atacaron con confianza y vigor y pudieron celebrar la victoria al atardecer.

Orgulloso, su comandante comentó:

Los dioses siempre tienen razón. Nadie puede cambiar el destino revelado por ellos.

- Tienes razón, nadie puede cambiar el destino cuando estamos decididos a seguirlo. Los dioses nos ayudan, pero a veces tenemos que ayudarlos también - respondió, entregando la moneda a su oficial.

Los dos lados marcaban cruz.

Vaciando el vaso

Un profesor universitario fue a visitar a un famoso maestro zen en Kyoto en busca de conocimiento. Mientras el monje servía té, el profesor comentaba los ejercicios, analizaba los textos, interpretaba las historias y las tradiciones, divagaba sobre los antiguos procedimientos de meditación. Hizo todo lo posible para impresionar a su anfitrión, con la esperanza de que lo aceptase como discípulo.

Mientras hablaba, el monje continuaba llenando su vaso hasta que el líquido se derramó y el té comenzó a extenderse por toda la mesa.

- ¿Qué es lo que está usted haciendo? ¿Qué no ve que el vaso está lleno y no cabe nada más en su interior?

- Su alma es como este vaso,

-respondió el maestro. ¿Cómo puedo yo enseñarle el verdadero arte del budismo zen si ella ya está llena de teorías?

¿Quién es el maestro más poderoso?

Uno de los discípulos de Yu estaba conversando con un discípulo de Rinzai:

- Mi maestro es un hombre capaz de hacer milagros, y por causa de eso es respetado por todos sus alumnos. Yo ya le he visto hacer cosas que van mucho más allá de nuestra capacidad. ¿Y el tuyo? ¿Qué grandes milagros es capaz de realizar?

- El mayor milagro de mi maestro es que no necesita mostrar ningún prodigio para convencer a sus alumnos de que es un sabio,

-fue la respuesta. (O)

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