Profesores... ¡Capacitados!

02 de Diciembre de 2012

La calidad de la enseñanza depende en gran medida de los profesores, quienes hoy atraviesan un momento histórico.

Nelly Cedeño de Torres, profesora de Negocios Internacionales de la carrera de Comercio Exterior de la Universidad de Guayaquil, se siente alegre y enojada a la vez.

Su felicidad se debe a que cumplió un año de graduarse de una maestría en Educación Superior, que logró tras dos años de atender clases los sábados y domingos de 08:00 a 15:00, dos fines de semana al mes, en la universidad donde labora.

Con ello acató lo dispuesto en la actual Ley de Educación Superior, que exige que todos los profesores universitarios obtengan título de cuarto nivel (maestría) para el 2015, mientras que hasta el año 2017 el 60% de los docentes de cada universidad deberá presentar el de quinto nivel (Ph.D.), además de otros requisitos.

“Estudiar la maestría es lo mejor que pude haber hecho por mi carrera. Teníamos profesores Ph.D. que venían desde Quito porque aquí (en Guayaquil) no hay muchos profesionales con ese nivel. Es una tendencia que recién vemos en la ciudad”, indica esta profesional, quien gracias a esos estudios, además de dictar clases, brinda asesoría académica y consultoría en proyectos.

La docencia en el país siente que debe prepararse mejor, porque existe mayor rigor para con los profesores. Y para ello hay que enfrentar el reto de superarnos”.
Héctor Chávez,

decano de la FacsoY ahora explica su enojo. “Es una maravilla que los docentes estemos obligados a obtener títulos de posgrado. Pero no es posible que tal exigencia no se aplique a los candidatos a la Asamblea. Vemos que cualquiera puede aspirar a esa elección, solo necesitan imagen pública. El país debería afianzarse en una cultura académica”, dice.

Tal tendencia se está afianzando en el ambiente universitario. El Vicerrectorado Académico de la Universidad de Guayaquil registra que en el 2010 hubo 237 profesores estudiando títulos de posgrado, mientras que en el 2011 y el 2012 suman 573 y 1.922, respectivamente.

Esos posgrados se han dictado mayormente en las carreras de Medicina (32,6%), Arquitectura (8,8%), Odontología (8,8%), Matemáticas (5,8%) e Ingeniería Industrial (5,8%).

Héctor Chávez, decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil, explica que desde el 2001 la ley dispone la exigencia de esos títulos para los profesores, pero no había rigor en hacer cumplir la norma. “Eso ha cambiado. Las instituciones académicas hoy sentimos que existe tal obligación”, indica Chávez, quien agrega que el 80% de sus 105 profesores de planta ya cuenta con maestrías (él tiene 2), el 10% las está obteniendo y el resto se encuentra en proceso de jubilarse.

“Aquí vemos que hay renovación. Además, ya tenemos una docena de profesores que estamos en proceso de iniciar el curso de Ph.D. en universidades del exterior, en modalidad a distancia o semipresencial”, indica él, quien es parte de ese grupo de maestros.

Compromiso masivo

Rafael Brigante, abogado y docente de Derecho Civil en la Universidad Espíritu Santo (UEES), indica que estudiar posgrados ahora es el estándar, mientras que antes era la excepción. “Todo académico debe apuntar a los máximos logros en la carrera”, señala este profesional, quien el sábado anterior inició una maestría en Derecho Constitucional en la UEES, que durará dos años.

Jacqueline Cabanilla de Vargas es una de sus compañeras. Ella es abogada y profesora de Código Civil en la Universidad Ecotec, en donde también dirige el consultorio jurídico. “Todos debemos apuntar a hacer un Ph.D. Algunos compañeros me conversaban que planean hacerlo en Perú. Este es el momento de estudiar”, dice.

Manuel Murrieta, director de Desarrollo de la UEES, cuenta que la capacitación de docentes y directivos forma parte de la estrategia de gestión del talento humano de la Universidad.

Gracias a ello, la UEES maneja un programa de capacitación en cuya primera etapa el 38% de sus profesores titulares está recibiendo apoyo institucional para la realización de sus estudios de doctorado; “todos en universidades extranjeras aprobadas por la Senescyt. Tenemos gente estudiando en Estados Unidos, Cuba, Colombia, Perú, Escocia y España”.

“Nuestro plan de capacitación se ejecuta por etapas; no estamos en condiciones de asumir la credencialización de toda nuestra plana docente al mismo tiempo. Además, enviar a hacer doctorados a un porcentaje más grande ocasionaría serios problemas operativos”.

Murrieta agrega que también hay limitaciones por parte de los profesores. “No todos están dispuestos a realizar los sacrificios que implica un estudio avanzado a nivel de doctorado: esfuerzo intelectual, viajes, separación de la familia, compromisos económicos (pagos de hipotecas, otras deudas); edad y temas de salud son algunos de los aspectos que limitan la participación de los docentes”.

La UEES cuenta con el 75% de sus profesores con maestría y el resto espera obtenerla hasta el 2015.

Algo similar ocurre con la Universidad Católica. Cecilia Loor de Tamariz, vicerrectora Académica, señala que el 70% de los profesores ya tiene maestría, “y un grupo de 30 docentes se prepara para un Ph.D. en universidades de Europa y Latinoamérica”. A partir del 2015, toda su planta de docencia tendrá cuarto nivel (maestría) y será muy importante el número de Ph.D., agrega.

Loor dice que la Universidad Católica prepara su talento humano para cumplir con lo dispuesto para el 2017 y, para ello, invertirá en los próximos años valores suficientes para ese proyecto.

La Universidad Católica viene preparando y apoyando a sus docentes para que accedan a los títulos de cuarto nivel desde hace aproximadamente 17 años en Economía, Gestión Empresarial y Educación Superior. Y más recientemente en el área del Derecho a través de una maestría en Gobernabilidad y Gerencia Política, junto con las maestrías en Administración de Empresas, Especialidades Médicas, Marketing y Psicoanálisis.

Pero un posgrado no asegura la calidad del profesor, indica Nelly Cedeño de Torres, con cuyo testimonio iniciamos esta nota.

“A menudo veo compañeros docentes sin compromiso por prepararse y desinteresados en la enseñanza. Allí es cuando vale aclarar que una maestría puede ayudar a que haya mejores maestros, pero siempre imperará la vocación del docente. Porque la educación es, sobre todo, pasión y entrega”. Y eso debería brillar junto con el título. (M.P.)

 

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