Reconociendo al agresivo-pasivo

Por Lenín E. Salmon
24 de Junio de 2012

Para muchos sin duda es un término nuevo, pero como conducta ha sido y es parte de nuestra vida diaria, ya sea como ejecutores o como receptores de agresiones encubiertas cuya ambigüedad hace difícil que estas se puedan señalar y analizar con claridad. Ese es justamente el propósito del agresivo pasivo: irritar, perjudicar, “castigar” a una persona y esta no poder demostrar objetivamente que esa fue la intención del agresor.

Esta persona funciona en dos niveles: en el nivel externo, sus gestos y comportamientos son de cooperación, solidaridad, responsabilidad, cumplimiento, pero internamente existe una intención completamente opuesta que se manifiesta en plazos no cumplidos, trabajos mal realizados, sentimientos no reciprocados, por lo general culpando a otros o a las circunstancias. Es alguien que no dice lo que siente y no siente lo que dice.

Aunque puede suceder en cualquier tipo de relación, por lo general sucede ante una figura cercana a la que se percibe como superior y en control de la relación, hacia la cual ha desarrollado resentimiento. Es el empleado que, aduciendo problemas de tráfico, no hizo en el banco un depósito vital para la empresa, haciendo quedar mal a su jefe; o la esposa que súbitamente finge sufrir un fuerte cólico y no puede acompañar al marido al cumpleaños de la suegra (sabiendo que esto le fastidiará), o el enamorado que reprime la expresión de su afecto sabiendo que a su pareja le causará dolor, o el colegial que a propósito falla en sus estudios afectado por la mala relación entre sus padres. No es necesario haber recibido un agravio; muchas veces el agresivo pasivo se amarga porque a otra persona cercana le va mejor que a él en la vida y le desarrolla mala voluntad, con las consecuencias señaladas.

La agresión pasiva no es una enfermedad, aunque suele venir acompañada de depresión y ansiedad. Fundamentalmente es un problema de autoestima y falta de madurez emocional, por lo general originado en una mala relación entre el niño y sus padres, ante quienes la agresión abierta era imposible. Es una condición que responde bien a la psicoterapia una vez que el paciente reconoce los mecanismos que influyen en su conducta.

lsalmon@gye.satnet.net

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