Padres estresados, hijos ansiosos

Por Lenín E. Salmon
23 de Abril de 2017

La ansiedad es una reacción natural del niño al encontrarse en una situación sobre la que no tiene control y esta le genera incertidumbre y temor. Sucede, por ejemplo, cuando ocurre un cambio radical en su vida, como mudarse de casa, ciudad o escuela, el nacimiento de un hermanito, el divorcio de sus padres, etc., situaciones en que las emociones son difíciles de procesar por su complejidad, y el niño no dispone de recursos racionales para analizarlas y resolverlas en su contexto.

Lo más probable, entonces, es que sus débiles defensas colapsen y se presenten reacciones que a primera vista no tienen conexión con las causas, como problemas para quedarse en la escuela o solo, reaparición de conductas ya superadas (como mojar la cama al dormir), comportamientos desafiantes o agresivos, entre otros. Tampoco es raro que la ansiedad se convierta en síntomas físicos como dolores de cabeza o estómago, fiebre, náusea, vómito, diarrea, etc., para los cuales el médico no encuentra explicación.

Muchas veces los padres, tal vez afectados o bloqueados mentalmente por los mismos eventos estresantes, no son capaces de percibir el drama que vive el niño, y pueden agravar el cuadro exigiéndole compostura sin proporcionarle la debida ayuda. En el peor de los casos encontraremos a padres estresados, nerviosos, que reaccionan exageradamente y convierten cualquier tema en un asunto emocional, a menudo entrando en conflicto entre ellos, con el niño de testigo. En este tipo de ambiente el niño aprenderá desde muy temprano, cuando toda experiencia deja huellas profundas en la personalidad, que cualquier dificultad que enfrente se convertirá en una pesadilla con pocas probabilidades de solucionarse fácilmente. También aprenderá a vivir en continua ansiedad al no poder recurrir a sus padres en busca de apoyo.

Cuando los padres finalmente se dan cuenta de que su hijo no es un niño feliz y buscan ayuda profesional, lo primero que deben hacer es exponerle al terapeuta el entorno emocional al que lo han sometido. Lo más probable es que, al interesarse los adultos en resolver sus propias reacciones inmaduras, le proporcionen finalmente al hijo el suficiente respaldo emocional que le permitirá enfrentar y resolver, con la guía adecuada, los problemas específicos que lo aquejen. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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