El paraíso en la tierra

Por Ángela Marulanda
27 de Mayo de 2018

Con buenas razones se ha dicho que el hogar es ese lugar que tiene las mayores posibilidades de ser el paraíso en la tierra. Nuestra morada es el espacio al que siempre podemos llegar en busca de apoyo, de cariño, de ayuda, de refugio cuando nos sentimos decaídos, confundidos, alterados o tristes, en la seguridad de que allí encontraremos la comprensión y el afecto que nos urge cuando nos sentimos desdichados.

Un hogar que se construye con base en nuestras virtudes, nuestros principios espirituales y nuestro mutuo afecto, suele ser el paraíso del amor, aquel espacio lleno de afecto y calor humano que nos enriquece el alma y nos alegra el corazón y el de nuestros seres queridos. Es allí a donde se siembra la vida, se cultiva el corazón y se cosecha en forma abundante el amor.

El derecho de las cosas es que nuestro hogar sea un espacio amable y acogedor, en el que se condenan las palabras hirientes, se cultiva la cordialidad y se rechaza la trivialidad que empobrece el alma, como consecuencia de lo que ven o escuchan los hijos a todas horas y por todos los medios.

Cuando consideramos nuestro hogar como un sitio sagrado en el que no se dicen palabras hirientes ni gestos crueles o silencios prolongados alimentados por la discordia, solo habrá espacio para la cordialidad, la camaradería y el mutuo afecto. Así, será ese recinto donde nos sentimos especiales, valorados y respetados, en el que hay más alegrías que tristezas, más camaradería que rivalidades y al que todos esperamos llegar al final del día. Por eso, este deberá ser un lugar en el que cada uno de nuestros seres más queridos nos sintamos valiosos porque somos apreciados y así se engrandece nuestra vida gracias a que siempre encontramos el respeto, el cariño y el afecto incondicional de aquellos que ocupan un lugar primordial en nuestro corazón.

Lo maravilloso es que siempre tendremos el privilegio de cultivar el afecto en nuestros hogares para que sea un refugio de amor a donde se alimenta nuestro corazón y se enriquece en forma abundante nuestra vida. (O)

angelamarulanda@gmail.com

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