El matrimonio: ¿una especie en extinción?

Por Ángela Marulanda
20 de Septiembre de 2015

Hoy ya no solo tienen vida íntima las parejas constituidas por un hombre y una mujer que están casados. Ahora es normal que tengan relaciones íntimas dos personas que se aman o que se gustan o que apenas se conocen o que simplemente se les antojó pasar la noche juntos. Y también es socialmente válido tener sexo en toda suerte de modalidades de relación: novios, amigovio, marinovios, amigos con privilegios, con derechos, con beneficios... Además, da igual si es una relación esporádica, virtual, cibernética o tan solo un encuentro casual. Todas se consideran apropiadas, y lo único que está mal es atreverse a decir que eso no está bien.

Aunque podría pensarse que como las parejas tienen más experiencia y se conocen más íntimamente, sus relaciones conyugales serían más perdurables, no es así. Hoy en día lo inusual es que los matrimonios sobrevivan y no que se acaben porque los valores que promueve la cultura materialista –individualismo, facilismo y permisividad– van en contra de la honestidad, generosidad y esfuerzo, que son esenciales para construir una relación de pareja armoniosa y perdurable. Como tales virtudes no coinciden con la filosofía de vida centrada en el placer usual en nuestros días, las posibilidades de que las parejas perduren casadas se han ido reduciendo tanto que son casi una “especie en vías de extinción”.

Lo más grave es que como los divorcios siguen aumentando y los matrimonios bien avenidos y estables siguen disminuyendo, cada vez hay más hijos que viven atormentados por la discordia entre sus padres y no fortalecidos por el amor entre ellos. Y por eso muchos no tienen la oportunidad de crecer enriquecidos por la presencia cotidiana de las dos personas que más aman y necesitan en la vida, como son su papá y su mamá. Esta circunstancia impide que los hijos se sientan tan valiosos y amados como lo precisan para poder confiar en sí mismos, en sus padres, en las ventajas del matrimonio y en las bendiciones del amor.

Me pregunto ¿cómo podrán creer en el matrimonio todos esos niños que ven que el amor y la fidelidad que se juraron sus padres “hasta que la muerte los separe” solo se mantuvieron hasta que el divorcio los
separó? (O)

www.angelamarulanda.com

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