El matrimonio, una empresa riesgosa

Por Lenín E. Salmon
30 de Junio de 2013

Con una probabilidad de fracasar cercana al 50% (equivalente a lanzar una moneda al aire), el matrimonio es sin duda una empresa de alto riesgo. Pero la gente sigue casándose, divorciándose, volviéndose a casar, sin aprender mucho de la experiencia propia o ajena.  Muchos piensan que el solo hecho de casarse hará madurar a la pareja y, por ende, ayudará a resolver los problemas que existían en la vida de soltero, pero  la realidad es que casarse generará más estrés, y casi nadie está  preparado para manejarlo. ¿Qué necesita una pareja para disminuir las probabilidades de fracasar? Está claro que se necesita algo más que estar enamorados.

Se podría empezar por no casarse tan joven, sin preparación  o sin trabajo. Se debe vivir la vida de soltero, y educarse, mientras se es soltero/a. Actuar como soltero siendo casado se ve inmaduro, ridículo. La afinidad en el área cultural, social, económica y  religiosa proporcionará un marco de referencia más confiable a la hora de analizar temas controversiales. También es imprescindible que se conozcan a fondo y hayan desarrollado un mutuo respeto y una amistad sincera (lo mejor que usted podría decir de su pareja es que es su mejor amiga); esto garantizará una buena comunicación, base de todo intento de solución a la hora de enfrentar problemas. Al comienzo deben darse el suficiente tiempo para asimilar su ubicación en este nuevo mundo, solo entonces sentirse preparados para ser padres (tanta más razón para evitar tener que casarse por embarazo). 

Aunque el matrimonio es “hacer de dos vidas una” no hay que perder la identidad propia; a la larga, la dependencia produce frustración.  Muchos problemas se resolverán por medio del razonamiento y sentido común, más que por  amor.  También es importante dejarse un tiempo para estar solos como pareja (salir, ver a otra gente), y también solos, individualmente, para  reflexionar, sobre todo cuando hay que corregir rumbos.

La conclusión lógica es que el matrimonio necesita de un continuo y escrupuloso mantenimiento, como la más valiosa de las máquinas.  Costará esfuerzo, pero la recompensa es que, a diferencia de una máquina, el matrimonio bien cuidado no se desgastará y funcionará bien hasta el final del camino. 

lsalmon@gye.satnet.net

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