El ideal es estar unidos... no atados

Por Ángela Marulanda
08 de Enero de 2012

Los grandes avances en la tecnología han traído tantos  cambios en nuestra forma de vivir que también se han modificado mucho nuestra forma de relacionarnos y de sentir. Uno de los más notorios ha sido el cambio en los términos de las relaciones de pareja o matrimoniales.

Hasta mediados del siglo pasado, los matrimonios estaban unidos por el amor romántico o, a falta de este, atadas por un vínculo matrimonial indisoluble, gracias al cual se debían perpetuamente el uno al otro. El ideal al que se aspiraba como pareja era fusionarse como uno solo: que quisieran lo mismo, que tuvieran los mismos gustos y los mismos amigos, que creyeran y opinaran lo mismo... y, aunque por lo general tenía preferencia lo que el esposo quería, la mujer lo acogía con gusto porque se creía que si no había diferencias entre ellos eran un matrimonio perfecto.

Pero hoy la relación matrimonial es muy distinta. Estar casados significa compartir su vida pero no formar un solo ente con el otro ni renunciar a ser ellos mismos, y por eso el compromiso conyugal se valora en la medida en que permita la libertad y el espacio para la realización personal de cada uno. Lo que buscan es una relación en la que exista individualidad, respeto por los gustos y opiniones de cada cual, camaradería y a la vez que disfruten de estar juntos, pero que puedan tener sus propias actividades y sus propias amistades, y no una relación de dependencia en la que cada  uno responsabilice al otro de su bienestar y felicidad.

Si bien las relaciones matrimoniales en estos nuevos términos pueden ser mucho más plenas y satisfactorias, son también un desafío mucho mayor debido a que lo que se persigue es la unión y no la fusión de dos individuos. Así, la estabilidad y calidad de su relación dependerá de que ambos estén centrados, no en lo que esperan obtener sino en lo que pueden aportar... “porque dando es como se recibe, amando es como se es amado” y dando lo mejor de sí es como obtiene lo mejor del otro. De esta manera lograrán tener una pareja que no esté atada por sus necesidades afectivas sino un matrimonio profundamente unido por un amor inquebrantable gracias a que está alimentado por sus ideales, enriquecido por sus virtudes y sostenido por sus principios.  

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