El estrés y el otro cerebro

Por Lenín E. Salmon
29 de Diciembre de 2013

La mayoría de los adultos sabemos que el estrés emocional afecta el funcionamiento del aparato digestivo (casos de gastritis, colitis, estreñimiento, diarrea, vómito, etcétera). Incluso existen frases muy conocidas que ponen de relieve la importancia de la conexión entre las emociones y el estómago (“esa entrevista de trabajo me hizo sentir mariposas en el estómago”, “a este tipo no lo trago”, “el estómago se me hizo un nudo”, “no puedo digerir esta noticia”, “recordar ese hecho me revuelve el estómago” y muchas otras menos elegantes pero fáciles de traer a la mente). Todo esto se debe a la importante interacción neurológica entre el cerebro y el aparato digestivo.

Lo que no sabíamos hasta hace relativamente poco tiempo, sin embargo, es que la mayor parte de la información (90%) va desde el estómago al cerebro y no viceversa. Y esta información no se limita a si ya se comió lo suficiente, o cómo va la digestión, sino que incluye señales provenientes de decenas de millones de receptores nerviosos en las paredes gastrointestinales que se excitan cuando suceden eventos emotivos, aún antes de que el cerebro consciente logre identificarlos (funcionando como un cerebro secundario). Es del caso que podemos sentir una molestia en el tracto digestivo mientras estamos viviendo una preocupación o un problema, pero no asociar estos dos eventos en nuestra mente. Cuando se resuelve el problema en cuestión, generalmente también desaparecen los malestares físicos (y es entonces cuando nos damos cuenta de su conexión).

El punto es que deberíamos darle más importancia a estos signos de alerta y tomar medidas para resolver el estrés en sus primeras manifestaciones. Por ejemplo, si siente gastritis, colon irritable u otro desarreglo digestivo, piense un poco en su entorno afectivo y lo más probable es que encuentre un vínculo entre estos síntomas y un evento emocionalmente cargado. Hay que tomar en cuenta que lo que más estrés produce es la incertidumbre (no saber por qué sucede algo, o qué va a suceder después). El tener más clara en la mente la causa de nuestros malestares ayudará mucho en la recuperación de nuestro equilibrio emocional.

lsalmon@gye.satnet.net

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