Dismorfia corporal

Por Lenín E. Salmon
22 de Abril de 2018

No todo el mundo está satisfecho con su apariencia física. Muchos de nosotros quisiéramos ser más delgados, o más musculosos, o tener más cabello, o menos arrugas, o eliminar el acné, o aumentar de tamaño aquí o reducir de tamaño allá... la lista podría ser interminable. Todos tenemos el derecho a querer vernos mejor, y la industria cosmética o farmacéutica, y las ofertas quirúrgicas, nos lo hacen sentir a nuestro alcance. No todos logramos totalmente nuestros objetivos y es posible que terminemos algo frustrados, resignados, adaptados, o maduramente le quitemos importancia al tema.

Para un porcentaje de la población, sin embargo, el problema no tiene solución ni final, y puede marcar toda su vida. Se trata de aquellos que sufren del trastorno de dismorfia corporal, una condición mental que los hace reaccionar exagerada y obsesivamente a imperfecciones, a menudo muy leves o inexistentes, en su aspecto físico. No pueden evitar tener estos pensamientos negativos repetitivos, similares a los manifestados en el trastorno obseso-compulsivo (TOC), aunque con menor reconocimiento o aceptación de su irracionalidad. Para esta persona, mirarse al espejo es una tortura porque nunca reconocerá una mejoría en los múltiples tratamientos que realiza para eliminar un problema en su cara o cuerpo, o rehusará salir a la calle para no sufrir la vergüenza de exhibir una deformidad que solamente ella percibe, resultando en una vida social muy pobre. No cree en las opiniones favorables a su apariencia y vive en una mezcla de inseguridad, ansiedad y depresión. Es un trastorno que generalmente empieza en la adolescencia y afecta aproximadamente al dos por ciento de la población, por igual a hombres y mujeres.

No se ha encontrado una causa específica, pero puede deberse a una combinación de alteraciones en la neuroquímica del cerebro, tendencia familiar al TOC, o factores ambientales como historia de bullying, negligencia o abuso sexual. No se conocen formas de prevenirlo, pero como usualmente aparece en la temprana adolescencia es factible identificarlo y empezar a tratarlo antes de que invada más profundamente la vida de la persona afectada. La terapia más empleada es la cognitivo-conductual, orientada a deshacer asociaciones perjudiciales entre pensamientos negativos y actitudes hacia la vida, usualmente acompañada de antidepresivos en su fase inicial. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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