Cultura del descarte

Por Carlos Muñoz Gallardo
20 de Abril de 2014

El mundo empresarial está sujeto a una serie de exigencias que han ido reestructurando la configuración de las organizaciones desplazando ciertos perfiles de trabajadores que parecen no encajar con los nuevos desafíos. El papa Francisco ha venido denunciando en diversas ocasiones la “cultura del descarte”, que es en el fondo, como lo explica él, “una cultura de la exclusión a todo aquel que no esté en capacidad de producir según los términos que el liberalismo económico exagerado ha instaurado”. Esta cultura del descarte se aplicaría a todo aquel que resulte una carga para la sociedad: ancianos, enfermos, discapacitados, etcétera.

La cultura del descarte afecta también el ámbito laboral donde las personas adultas, por ejemplo, cada vez tienen mayor dificultad de insertarse en el mundo empresarial. Algunas razones detrás de esta realidad podrían ser la creencia que estos no tienen la capacidad de adaptarse al cambio; que no podrían mantener el ritmo de presión que exige el ambiente laboral; el alto costo que demandaría contar con personas de experiencia, entre otras.

La utilidad y la búsqueda de la eficiencia a corto plazo no pueden ser los únicos criterios sobre los que se juzgue la realidad en la toma de decisiones. El riesgo de anteponer el utilitarismo sobre la dignidad de la persona resulta contraproducente también para los jóvenes. Por ejemplo, la idea de querer “exprimir” a un joven en sus años productivos, pretendiendo que viva para la empresa es una distorsión a corregir.

Si bien es necesario propiciar el desarrollo de los jóvenes talentos, esto no implica necesariamente que se deba prescindir de la experiencia acumulada de los años que permite lograr un complemento real entre la vitalidad y audacia del joven con la experiencia y prudencia del adulto, generando las transiciones apropiadas. Es necesario revalorar la experiencia de las personas adultas que pueden ser de gran utilidad en los procesos de inducción y acompañamiento en asuntos donde la experiencia tiene un valor fundamental.

Una cultura que valore la complementariedad y promueva la solidaridad permitirá a los miembros de la sociedad avanzar juntos en una misma dirección enriqueciéndose mutuamente en beneficio de todos.

carlosmunoz@humane.edu.ec

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