¿Quién se resiste?: Más allá del hot dog

Por Epicuro
06 de Mayo de 2018

“La calidad depende, por supuesto, del tipo de salchicha utilizada. Tenemos en Ecuador un surtido amplio y marcas renombradas...”.

Desde luego investigué, pero las primeras imágenes que me entregó Google me dieron tanta pena que apagué de inmediato mi computadora. Es cierto que hot dog puede significar perro caliente, pero sabemos que la carne utilizada es la de res o de cerdo. Sin embargo en China, donde se come todo lo que se mueve y tiene patas, se consume la carne de los perros. Los franceses consumen carne de caballo, ancas de ranas, escargots.

En Asia y en África también se considera como comestibles el alacrán, las arañas, las serpientes que se trocean vivas, murciélagos, gusanos de todo tipo, larvas de insectos. No pude comer los que me propusieron en un viaje al Oriente, pero creo que todo depende de la mente, pues tampoco me gustan las hormigas culonas de Colombia.

Las fotografías chinas que encontré son escalofriantes porque hablan de una masacre que no tiene nombre. Los establecimientos que ofrecen hot dogs sirven realmente carne de canes. ¿Pero quién es Epicuro para tirar piedras si él mismo consumió a menudo carne de conejo, sin embargo, no puede comer cuy en la Sierra porque tuvo uno domesticado? ¿Acaso no he oído el patético gemido que lanza la langosta cuando se la zambulle en agua hirviendo?

Detrás de lo que comemos puede ocultarse una gran crueldad. Si hablamos de la cultura de un pueblo o de sus hábitos alimenticios, no podemos aceptar la tortura a la que se somete a un animal desollado vivo, un pez escamado sin anestesia.

La Ley Bardot (impulsada por Brigitte) eliminó de los mataderos el estrés y el dolor que debían soportar reses o cerdos, pero ciertamente más sufre el toro en las corridas y quedamos impávidos. Siempre nos refugiamos detrás de la cultura.

Hombres brillantes e inteligentes como Picasso y Hemingway eran fanáticos de la tauromaquia y las pinturas de Creta nos muestran lidias de toros realizadas hace 3.500 años. Creo que no podría comer la carne de un animal si presenciara su faena.

El hot dog es una salchicha cocida en agua hirviendo (los puristas no admiten salchichas asadas) servida dentro de un pan caliente con mostaza, mayonesa o kétchup. La calidad depende por supuesto del tipo de salchicha utilizada. Tenemos en Ecuador un surtido amplio y marcas renombradas, pero hay que ir a Alemania o a Francia para encontrar realmente los mejores embutidos.

La llamada frankfurter, ligeramente ahumada, es carne de cerdo embutida en tripa de oveja, su sabor es muy particular. Los alemanes la acompañan con su famosa ensalada de papas o rábano picante, se puede añadir un relish de pepinillos y desde luego la mostaza extrafuerte totalmente diferente de la que consumimos aquí. Es ideal para un negocio callejero, pues requiere muy poco trabajo. La mayonesa tiene que ser perfecta: no encuentro esta calidad en las grandes cadenas norteamericanas, peor en sus sucursales ecuatorianas.

El hot dog existe desde la primera mitad del siglo XIX y como todos los productos de fast food brilla por su escasa originalidad. Sin embargo, saca de apuros a los hambrientos que quieren comer algo que no necesite mayor preparación, confieso que de repente puede tentarme, pero no como más de dos o tres hamburguesas al año. Soy un absoluto devoto del slow food, me gustan los estofados, todo lo que se cocina a fuego lento y se puede comer sin ninguna prisa. La verdadera gastronomía odia la velocidad. (O)

epicuro44@gmail.com

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