Impresionante éxito: Uno de los mejores
“Marrecife es un caso especial. Desde David Bisbal hasta oficinistas, muchísimos quiteños, extranjeros, turistas, guayacos de pura cepa han acudido, la concurrencia es cosmopolita”.
Cuando un crítico gastronómico ingresa a un restaurante con capacidad para 170 personas, un día equis de la semana, en temporada de playa y lo encuentra lleno; cuando tiene que esperar por una mesa, se pregunta de inmediato lo que está sucediendo. No hay más de dos sitios de buen comer que pueden lograrlo, el otro es Red Crab. Entonces, al sentarme en una mesa me puse más atento que nunca, paladar al acecho, dispuesto a encontrar aunque sea una falla en la calidad o en el servicio.
Marrecife es un caso especial. Es de larga tradición pues Iván Grain, el dueño, hombre extrovertido, es muy conversador, atiende, toma en cuenta el más insignificante comentario, prefiere la crítica sana a una alabanza gratuita. Me habla de su madre con reverencia, reconoce que le debe aquella afición a la gastronomía, aprendió de ella el trato justo al personal (han pasado muchos años y siguen allí casi todos los empleados de la primera hora). Manabí asoma en cualquier momento de la tertulia. El ambiente es tranquilo, poco ruidoso a pesar de la enorme afluencia. Iván conversa conmigo, pero al mismo tiempo su ojo de águila viaja pendiente del bienestar de cada huésped.
Con el primer plato, una crema de cangrejos, noto que Guillermo, el chef principal y sus asistentes, tienen una sazón cautivadora. En gastronomía como en música existe una tonalidad: en el caso de aquel plato es obviamente el cangrejo. A partir de ahí van a llegar la textura, la impecable sazón que enaltece el sabor del crustáceo; el paladar despierta, el sabor triunfa, uno sabe que se ha logrado la excelencia.
El pulpo asado, de impresionante tamaño, es sin embargo muy tierno con un toque ligeramente ahumado, una salsa discreta que subraya el sabor original. El cebiche ofrece todas las combinaciones (once posibilidades), es fresco, se pueden disociar en boca sus ingredientes. Los canelones rellenos con cangrejo son estupendos, vienen acompañados de un puré de papas sin defectos (presto mucha atención a las guarniciones pues muchos restaurantes fallan en eso).
Podrán probar los crepés o los risottos de mariscos que ya tienen fama. Si toman vino, escojan un Sauvignon blanco, Epicuro prefirió un par de cervezas.
La carta ofrece más de setenta platos, sin embargo el servicio es bastante rápido, detalle que me asombró pues había 170 personas en el lugar. Fui a la cocina donde los cocineros trabajan como relojes con desconcertante rapidez, pero sin descuidar ningún detalle.
Los precios son moderados, oscilan entre siete y quince dólares, la copa de vino vale $ 3,25. Desde David Bisbal hasta oficinistas, muchísimos quiteños, extranjeros, turistas, guayacos de pura cepa han acudido, la concurrencia es cosmopolita.
El restaurante no es lujoso, pero de impecable limpieza, con manteles en las mesas. El personal es atento, bien formado, veinticuatro personas en total laboran aquí. El administrador Rolando Tutivén maneja con gusto las relaciones humanas. Adriana, en la caja tiene años aquí, conoce a los clientes más asiduos. Denise Baños, gerente administrativa, completa el elenco.
Un solo punto debe ser mejorado: el café que bebí (un granulado de Juan Valdez) resultó insoportable, pero Iván está a punto de comprar una máquina para hacer expresos. Estaré pendiente de aquello. Trip Advisor ubica a Marrecife en el segundo puesto en una lista de 105 restaurantes. Epicuro lo considera como uno de los mejores sitios de Guayaquil. Tanta gente que allí acude no puede equivocarse.