El gusto de lo nacional: Ecuador tiene de todo
“No se trata de inflar artificialmente el nacionalismo, decir cosas absurdas como ‘lo mejor es lo nuestro’ si no podemos hacer cosas tan buenas como las hacen afuera”.
Aficionado a los más variados manjares y a los vinos de pura cepa, Carlos Luis Morales me comentaba la falta de nacionalismo que nos aqueja en tantas oportunidades. Exaltamos cualquier producto que venga de países extranjeros a veces con razón, pero en otras sin motivo.
No sé si recuerdan aquel automóvil Trabant fabricado en Alemania Oriental con fibra de vidrio, refuerzos de algodón y madera reciclada con escasez de prestaciones básicas como luces de giro y de freno, velocidad reducida a 100 km/h (¡el tanque de gasolina estaba ubicado sobre el mismo motor!). Al menos yo no he visto ninguno en la ciudad mientras sigue rodando el primer Andino fabricado en Ecuador en 1973 y el Cóndor ha tenido una brillante trayectoria.
Este largo preámbulo me lleva al terreno de la gastronomía. En la década del sesenta dependíamos mucho de lo importado y solo se hablaba de la excelencia de los chocolates suizos, belgas, italianos o franceses. Recientemente en el concurso International Chocolate Awards, Pacari se llevó cinco medallas de oro y una de plata en la importante categoría de chocolate oscuro. Ya lo pueden saborear en las más creativas presentaciones, con granos de sal, con ají, caramelos, frutas secas, café, hierbas olorosas.
En la década del 60 lo más sofisticado consistía en ofrecer el famoso fuagrás (foie gras) importado y muy caro hasta que Chivería logró elaborar ejemplares que por su peso y su sabor no tienen nada que envidiar a los que llegaban desde el Périgord o el suroeste de Francia; ofrece del mismo modo los magrets que son filetes de pato escogidos que pueden comerse fríos o calientes. Si saben escoger la marca tenemos leche, yogur de excelente sabor, una crema de leche espesa, concentrada.
No logramos hacer una buena sidra de manzana, pero pronto aprenderemos, lo mismo ocurre con el vinagre. América del Sur ya está logrando vinos que le ganan a los franceses en concursos internacionales (Errázuriz, por ejemplo), pero a pesar de haber iniciado sus cosechas recién en el 2006, Dos Hemisferios ganó medallas de oro aquí y, en Argentina, con sus vinos Enigma y Paradoja. No se trata de inflar artificialmente el nacionalismo, decir cosas absurdas como ‘lo mejor es lo nuestro’ si no podemos hacer cosas tan buenas como las hacen afuera.
Hemos avanzado mucho en turismo, existen lugares paradisiacos en la Sierra con un clima incomparable, paisajes envidiables, paseos pintorescos, deportes de todo tipo. En pocas horas pasamos de la Costa con sus ríos y playas kilométricas a nevados de impresionante altura. Nos ofrecen quesos, huevos criollos, membrillo, hallullas, chugchucaras, yaguarlocro, cocada, helados de paila, gallinas de Pinllo, pan de Ambato, hornados, sándwiches de pernil (no me van a negar que un sándwich de chancho con jugo y cebolla es mejor que una hamburguesa).
Nuestras costas ofrecen peces de todo tipo, corvina, pargo, picudo, dorado; jaibas, cangrejos, pangoras y mucho más. Hay tiempo para la guatita, el caldo de pata, el biche de pescado, el caldo de manguera, la fritada. ¿No le parece que basta para hablar bien del Ecuador y no solo de sus carencias?