Bajos precios: En un cinco estrellas

Por Epicuro
08 de Abril de 2012

“Decidí visitar el restaurante, mirar con lupa su nueva carta. Los precios no son más elevados que en la gran mayoría de los mejores y hasta de unos de mucho menos categoría”.

Fui el primero en lamentar sus altos precios. Hubo una época en que pedir una botella de vino era como buscar la quiebra. Fuera del hecho de que los vinos franceses sufrían mucho en las bodegas de la Aduana, no era imprescindible tenerlos en carta mientras existían excelentes sudamericanos. Cuando instauraron el famoso pasaporte gourmet, los precios se dispararon.

Al tener que pagar un excesivo precio por una salsa bearnesa malograda por el chef Poulain o uno de sus colaboradores volví a protestar. Hasta que llegó el renacimiento. Al organizar un coctel de lujo para despedir al maître Valdivieso, quien se acogía a la jubilación, el nuevo gerente Vasco Baselli llamó mi atención.

En una conversación privada se hizo una autocrítica, lo que me sorprendió más aún. Decidí visitar el restaurante, mirar con lupa su nueva carta. Los precios no son más elevados que en la gran mayoría de los mejores y hasta de unos de mucho menos categoría. Vasco optó por eliminar del menú la interminable lista que complica a la vez la tarea del chef, la elección de huésped.

Las entradas frías o calientes oscilan entre $ 12 y $ 15. La entrada de lujo que solía ser prohibitiva (el foie gras o fuagrás) está en $ 26. Escogí un consomé de ternera trufado con tortelinis rellenos de pistou (albahaca) al estragón. Resulta sutil para paladares que gustan disociar los diversos sabores ($ 12). La sopa de pistou me recuerda una receta citada por Virgilio hace más de dos mil años, machacando hojas de albahaca con ajo y aceite de oliva.

A la hora del plato fuerte ustedes podrán escoger corvina, mero, salmón y si llegan a los langostinos, los que siempre suelen ser caros, no les sacarán la cabeza ($ 27). Recuerden que estamos hablando de un hotel de cinco estrellas, se supone que se busca allí la excelencia, lo que hace de su lado la apasionada chef Cristina en su restaurante La Sociedad. Un lomo fino con fuagrás en salsa bordelesa no me parece exagerado en $ 33. Escogí magrets (lomitos de pato de Chivería inconfundible).

No logra todavía Chivería ofrecernos patos absolutamente tiernos lo que impone una cocción moderada. Desde luego sabemos que el pato, el bife chorizo, los riñones se llevan bien con un color rosadito.

La carta de vinos es razonable y arranca con un Doña Paula o un Trivento de $ 24, pero puede trepar según el prestigio de la botella solicitada, claro está si piden un Don Melchor o un champán de Dom Perignon, pero tienen espumantes muy honestos de $ 32 como el de Concha y Toro, que para mí resulta más fino que el alemán Henkell.

Recuerden que Oro Verde tiene su torre propia de estacionamiento, la que ofrece absoluta seguridad, detalle muy importante en nuestra actualidad nocturna. Muchos noctámbulos por esta razón escogieron los centros comerciales de Samborondón. Insisto: Le Gourmet no es un restaurante barato, pero no es más caro que los más conocidos de nuestra localidad, más aún si se toma en cuenta la calidad de los productos ofrecidos.

El excelente chef puertorriqueño Antonio Pérez, quien también ha trabajado en la cadena The Ritz-Carlton Hotels, lleva una impecable hoja de vida que incluye establecimientos internacionales de prestigio, pero más importante que su currículum es su amor apasionado por la cocina gourmet.

epicuro44@gmail.com

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