Recorrer las huellas de los grandes artistas es mucho más que una simple peripecia turística. Especialmente si uno ha seguido el legado –escrito, visual, musical, como sea–, la experiencia nos hace sentir algo que de repente se integra a nuestras venas y se convierte en un oxígeno vital en la existencia.

Esta ruta de Van Gogh que les presentamos tiene la particularidad de transportarnos a nuestra imaginación, ¿quién no ha soñado con esos prados, con esos retratos o hasta con esos cuervos que se aparecen en sueños? El artista holandés, con su exacerbada y genial sensibilidad, nos inyecta lo ignoto: lo que hay detrás de la superficie, lo que no vemos nunca en rutinarios trayectos.

Finalmente, esa es la grandeza de una creación artística que pocas veces podemos explicar con detalles, y Vincent nos deja eso, porque nunca habrá progreso sin enfrentar lo desconocido. (O)