El Editor Carlos A. Ycaza

El verdadero trabajo

01 de Septiembre de 2013

El verdadero trabajo

Con su aparente y genial ligereza,  Voltaire siempre condimentaba sus profundas observaciones sobre la especie humana con chispazos inesperados en las palabras de algunos de sus más divertidos protagonistas.

Y quizás ningún destello supera al de las diatribas filosóficas de Cándido o el Optimismo (1759). Después de los horrores y tragedias descritos en “el mejor de los mundos posibles”, Cándido encuentra su pequeño paraíso en El Dorado, esa utopía americana que empujaba a los conquistadores europeos desde Cristóbal Colón a travesías incomparables.

Allí encontramos el talismán volteriano: “Trabajemos sin razonamientos. Es la única forma de hacer soportable nuestra vida”. En su sátira inmortal, lo que le queda al hombre es el trabajo de cada día, “labrando el huerto propio”, como una realización personal por encima de cualquier otro valor.  En nuestros tiempos y para muchos, esto no parece muy coherente y lo que se podría advertir es la adicción al trabajo, reglamentando una fórmula absolutista y patológica de entender la vida.

  Deja tu comentario