Marcelo y Augusto Rodríguez

08 de Julio de 2012

De usted, que fue finalista del Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (España, 2007), Andrés Neuman, tras leer sus trabajos, dijo que “la poesía se erige como el discurso antipoder”. ¿A qué batalla que le arde a usted por dentro se debería esto?
A la batalla de los poderes sociales, políticos, económicos y sobre todo, de la vida cotidiana… he allí la batalla más sangrienta.

“Por abajo o por encima de todas las furias de los gritos de Rodríguez, una melancolía errante silba pidiendo compañía”. ¿Por qué dijo esto de usted Antonio Skármeta?
Porque después de la furia y los gritos lo más seguro que viene es la paz y uno termina
silbando en la más cruel de las sociedades.

Usted le cantó a un dinosaurio ebrio. ¿No sería mejor cantarles a los ebrios de amor?
Los ebrios de amor no tienen solución; por eso los dinosaurios ebrios fueron más inteligentes y decidieron extinguirse.

Hay palabras que embelesan y que aterrorizan. Pregunto: ¿se ha descubierto ya la palabra que mata?
Hay muchas palabras que matan y que son más afiladas que un puñal que pide justicia; solo hay que saber elegirlas bien y lanzarlas en el momento indicado.

¿En toda tormenta hay un rayo reservado para cada uno de nosotros?
En cada tormenta hay rayos, balas, insultos y hasta una flor para cada uno de nosotros.

¿Cuál es el silencio más maravilloso que ha escuchado?
Sentado a orillas del Sena imaginando el suicidio de las palomas.

¿Es verdad que la mayoría de los poetas y escritores son pesados y que solo la muerte los vuelve frecuentables?
Cuando uno camina por el cementerio Père-Lachaise o en Montparnasse, se siente gran calma. Mas, a veces, al caminar por nuestro mundillo literario dan ganas de morirse de la ira de tanta envidia, vanidad y ego.

Hablando de Francia, se dice que Josefina no salió embarazada porque Napoleón fue quien se tomó la pastilla… perdón, Bastilla.
Y seguramente la barbilla y más cosas de otras musas.

Para un poeta, ¿es posible encontrar su mundo de silencio manejando un automóvil o caminando por una calle atestada de gente?
En medio de la gente se puede encontrar el mejor de los silencios y hasta el más original mensaje de esperanza.

¿El carro de la modernidad poética conduce inexorablemente al Museo de las Antigüedades?
No. Yo diría que al museo de Dalí o de Duchamp.

¿Qué prefiere usted: responder a una pregunta o preguntar una respuesta?
Preguntar una respuesta; siempre viene algo mejor.

¿Cuándo hay que afilar la punta de una desgastada creatividad?
Cuando ya todo se haya dicho y uno no tenga un as bajo la manga.

¿Qué quisiera que escriban en su epitafio?
Creyó en las palabras, creyó en el amor, creyó en la vida y no se arrepintió de haber caído porque siempre se pudo levantar.

¿Cuál será su alegato en el Día del Juicio Final?
Yo creí en las palabras y Tú en el silencio; así que estamos empate.

¿Qué piensa hacer después de muerto?
Conocer otros planetas.

Hágase una pregunta y contéstela.
Pregunto: Después de todo, ¿nos morimos y ya?... Respondo y cito a Pessoa: “Creo que solo para oír pasar el viento vale la pena haber vivido”.

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