No más fantasía

22 de Julio de 2018
  • La juguetería liquidó todo durante su cierre.
  • Graciela Castillo.
  • Anthony Rodríguez.
  • Álex Ruiz junto con sus tres hijos en el local de Miami.
Sheyla Mosquera, desde Miami

Enseñanzas, experiencias y tristeza es lo que dejó Toys “R” Us, cadena de juguetes en los Estados Unidos.

Llegó el cierre anunciado de la cadena minorista más famosa de juguetes de los Estados Unidos conocida como Toys “R” Us  después de 70 años en el negocio.

Desde el pasado 29 de junio nunca más se verán a los niños o niñas correr  por los pasillos de estas tiendas o sus rostros de felicidad al escoger o pagar sus juguetes preferidos.

Incluso para los asiduos visitantes desde su niñez o quienes trabajaron en uno de los locales se cierra un capítulo más de sus vidas. Pero, ¿qué sintieron o aprendieron de Toys “R” Us?

Un ejemplo es Alex Ruiz, de 40 años, quien está muy triste. Desde que tenía 6 años siempre  visitaba,  con sus padres y hermanos, la juguetería ubicada en Coral Way y 17 Ave en Miami. “Veía la tienda inmensa con miles de juguetes. Era un sueño, como una película, y escogía los coleccionables de acción de G.I. Joe”. 

Después, como padre de familia, también quiso que sus tres hijos, Brian (9),  Lorien y
Jonathan (ambos de 8), vivieran la experiencia de mirar, jugar y tocar los juguetes.  “Todo para que jamás la olviden”, dijo.

Erich Ruiz, de 44, es un reciente padre de familia. Visitó el local en Kendall días antes de que lo cierren cerraran, porque era lo que quedaba de su fantasía de niño.  “Se está viviendo el fin de una era en la cual cambia todo: la niñez, la juventud y la forma de comprar”.

Erich jugaba con los de G.I. Joe o He Man, entre otros, y en su adolescencia  iba a la juguetería con sus amigos solo para divertirse.“Era la fantasía de todo muchacho, de los años 70 u 80. El equivalente a Disney World”.

Juguetes o aplicaciones

Pero, Ismael Moreira, de 19 años y estudiante de arquitectura de Florida International University (FIU), cree que todo debe evolucionar. De niño jugaba con la pistola de los Nerf,  pero cuando creció lo hizo con los juegos llamados Diez, Pokémon y Y​u-Gi-Oh!.  En Toys “R” Us sus padres le compraban las bicicletas y los carros con batería.

“Es más simple comprar por internet. Se juega con aplicaciones en  tabletas.  Realmente, algunos niños piensan que los juguetes ya no son tan divertidos. Para mí hasta cierta edad los niños deben ir a una juguetería, pero también creo que  las aplicaciones pueden enseñarles a ser más inteligentes si tienen la que les gusta  y son apropiadas”.

Los juguetes, agregó, tienen tanto plástico, que no es bueno para el medio ambiente.  Además, ocupan mucho espacio en una habitación, pero en una tableta todo se simplifica.

Aprendizaje en la tienda

Antony Rodríguez, de 16 años, fue contratado como cajero y vendedor en Toys “R” Us en noviembre pasado. “Me esforcé para aprender el oficio. Lo más difícil fue tratar con clientes que te tratan como si no vales nada. Pero, también hay quienes son un amor”.

Desde niño consideró a ese lugar un palacio, lo más grande.  Un mundo de fantasía que te quedabas fascinado. “Por eso me portaba bien para que me llevaran.  Incluso  fue el lugar donde me compraron una moto eléctrica que la montaba en el barrio con mis amigos. No quise que cerraran la juguetería porque la llegué a querer, así como a mi manager Istrika, quien me apoyó e inculcó que se debe trabajar con alegría y responsabilidad”. La juguetería, recalcó, siempre fue un lugar decente para trabajar. “Me encantaba ver a los niños felices”.

Antony, dijo, aprendió que hay dos tipos de padres.  El que enseña  a los hijos a coger los juguetes y a ponerlos en su lugar, y aquellos que les permiten que los abran, los destruyan y los dejen regados. Estos últimos, agregó, no les enseñan moral, respeto y educación. “Cuando tenga mis hijos voy a enseñarles a ayudar a las personas que trabajan en laS tiendas. No seré un padre permisivo que no educa, sino aquel que enseña con firmeza y amor”.

Evolución en el tiempo

Graciela Castillo es otra asidua visitante de las tiendas.  Cuando vivía en Nueva York llevaba  a sus tres hijas y nieta a la de Times Square. “Era un paraíso. Estaba organizada por departamentos. Los de muñecas,  muñecos, carros, figuras de acción, caramelos, lectura, vestimenta, animales, cunas, cochecitos… Cada uno con un diseño llamativo”.

Las muñecas Barbies, contó, nunca pasaban de moda y evolucionaban. Había rubias, negras, latinas o pelirrojas que se convertían en ingenieras, abogadas, doctoras, enfermeras, astronautas o presidentas. En cambio, dijo,  los carritos Hot Wheels eran los preferidos de los varones.

Graciela se mudó a Miami,  en 2002, y entró como cajera en la juguetería de Kendall. “Para mí, se perdió la posibilidad de socializar. Los niños y sus padres hacían amigos. Se veía a las madres interactuar entre ellas y  a los  padres patear una pelota con sus hijos”.

Abuela preocupada

Como abuela María Sigado está muy preocupada. Se terminaron los paseos en Miami hacia la juguetería para que su nieto, Edy Batista, de 10 años, la disfrutara.

Ella conoció el local en Nueva York. “No me gusta comprar por internet los juguetes”, aseguró. Ella  tiene la esperanza de que un inversionista abra una juguetería específica, donde los niñoS preserven su inocencia.

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