Cuba: Del béisbol al fútbol
En la isla caribeña cada vez hay más jóvenes que se interesan por el balompié. Algunos creen que este dejará a un lado al deporte nacional que se practica en el país de Fidel Castro.
Al atardecer en una noche reciente, bajo el brillo ambarino de las luces de la calle en un barrio bravo, una pelota salió volando entre una pandilla de jovencitos. No había sido golpeada con un bate. No cabía cómodamente en la palma de la mano. No era, algo sumamente notorio en un país que acoge como propio el “pasatiempo de Estados Unidos”, una pelota de béisbol.
Esta pelota era pateada por todas partes en un juego improvisado –un par de viejos escritorios marcaban las porterías– por jóvenes cubanos que consideran al fútbol su deporte favorito. “Jugamos después de la escuela, todo el día si podemos”, dijo Emanuel Fernández, de 10 años, quien unos minutos antes había celebrado un gol bien ganado con una vuelta de carro. “Es nuestro juego, divertido y rápido”.
Aquí, ese tipo de declaración habría sido una herejía en otra época. El béisbol ha sido visto desde hace mucho tiempo como algo tan cubano como los puros hechos a mano, sin consideración al origen del juego en un país que el gobierno llama burlonamente “el imperio”.
Es sabido que Fidel Castro es un devoto del deporte y jugó un poco en sus años más jóvenes. La selección nacional de béisbol de Cuba ha ganado oro o plata en las últimas cinco Olimpiadas, en tanto que varios jugadores han desertado para estar en las ligas mayores.
El fútbol tiene un pasado menos vistoso. La única aparición de Cuba en la Copa Mundial, en 1938, terminó en una humillante derrota de 8-0 ante Suecia en los cuartos de final. Con la excepción de los ocasionales destellos de fuerza regionalmente, la selección nacional de Cuba ha vivido desde ese día en el sótano de la competencia mundial.
Pero, en las últimas semanas, el fútbol ha hecho incursiones aquí. Después de que la televisión cubana transmitiera el Mundial en el 2010 y empezara a pasar más encuentros europeos, comenzaron a surgir partidos casuales a lo largo de la isla.
Los niños andan por ahí con camisetas de Messi (por Lionel Messi) y los de otras estrellas, y entonan lealtad al Real Madrid o el Barcelona, cuya rivalidad es seguida de cerca. Estallan rugidos de bares y departamentos sobre una voz que grita desde el televisor: ¡Goooooool!
¿Más futboleros?
El frenesí futbolístico ha llegado al punto que un informe reciente por la televisión estatal preguntaba si la pasión por el béisbol estaba disminuyendo.
Y en ‘Cubadebate’, sitio de noticias controlado por el gobierno, una columna del escritor de deportes Michel Contreras declaró que “era absurda” la noción de que el béisbol cubano estaba en su lecho de muerte. Sugirió que la calidad del béisbol cubano pudiera haber bajado un poco, alimentando el interés en el fútbol, pero destacó que había espacio para ambos.
“Quienes intentan contener al más universal de los juegos están perdiendo su tiempo”, escribió, al tiempo que “aquellos que piensen que Cuba renunciará al béisbol, el glóbulo blanco con costuras fluyendo a través de nuestras venas, están viendo cocodrilos en su sopa”.
Agregó: “Nada en el mundo, ni siquiera el voraz tiburón llamado fútbol, es capaz de consumir nuestra esencia”. El fútbol, sin embargo, aquí sí tiene unos cuantos puntos a su favor. En su mayoría son jóvenes quienes lo están acogiendo, con buenas probabilidades a futuro.
Una pelota, mucha diversión
Además, los padres de familia consideran que es más económico, ya que requiere solamente de un balón, a diferencia del guante, pelota y bate que hacen falta para el béisbol.
Asimismo, incluso espacios reducidos pueden hacer las veces de un campo; en un parque, un grupo de jóvenes jugadores trepó al techo de un edificio de baños cuando todos los campos apropiados estaban llenos y empezó a patear un balón.
Nancy Gómez, observando a su nieto de 9 años en una práctica con un equipo en un parque, dijo: “El fútbol es un buen juego porque es solo una bola, nada más. Con una pelota, los niños juegan todo lo que quieren”.
Agregó: “Con cuatro o cinco niños, ellos juegan pateando la pelota por todas partes”.
Su nieto, Fabio Zayas, dijo que prefería este deporte porque “era muy activo y dinámico”.
Más de unos cuantos hinchas, de hecho, destacaron la velocidad del juego y la acción de los pases, comparado con las largas entradas del béisbol, durante las cuales
puede haber más tiempo de espera que verdadera acción.
Entusiastas
Bares y restaurantes que transmiten los partidos se llenan rápidamente, como ocurrió en un encuentro donde el Real Madrid derrotó al Barcelona, 2-1, en uno de los partidos más vistos en todo el mundo.
“Es el contraste entre dos grandes equipos”, dijo Carlos Menéndez, camarero en El Aljibe, popular restaurante del Estado que suele transmitir fútbol. “Eso es muy atractivo para los cubanos. Nos encanta la competencia”.
Naturalmente, existen algunos matices políticos. El interés de Cuba ha coincidido con un estallido de futbolmanía en Venezuela. Los países tienen vínculos estrechos, y el verano pasado el presidente Hugo Chávez, mientras estuvo visitando a Castro, vio el torneo de la Copa América con él y envió un mensaje de Twitter luego de un gol que decía:
“Viendo el partido aquí con Fidel. ¡Viviremos! ¡Conquistaremos!” (Venezuela derrotó a Chile 2-1 en ese juego y terminó más adelante en cuarto lugar).
Sin deporte profesional en Cuba, el mismo anhelo entre atletas de desertar y ganar enormes cheques en el extranjero llama la atención de las pocas estrellas de fútbol aquí. En marzo, Yosmel de Armas, integrante de la selección nacional de fútbol de Cuba, desapareció antes de un partido en Nashville, Tenesí, y reapareció en Miami pidiendo asilo. En el 2008, varios miembros de la selección desertaron en Tampa, Florida, durante un torneo de calificación para la Olimpiada.
Algunas personas a las que se les preguntó cuál deporte representaba verdaderamente a Cuba declararon enfáticamente que el béisbol era el “deporte nacional” y ahí lo dejaron, en tanto otros se preguntaron si el gobierno toleraría cualquier descenso del béisbol.
“Entre jóvenes cubanos, la devoción al fútbol crece a medida que decae el entusiasmo por el béisbol. Me pregunto, ¿qué pasará?”, dijo la bloguera Yoani Sánchez en su cuenta de Twitter hace poco, mientras escuchaba el ruido de vítores de la gente que veía el partido de la liga española.
Sin embargo, existe un consenso general en cuanto a que la FIFA, el organismo mundial que rige al fútbol, si bien está trabajando para mejorar campos y la calidad del juego aquí, Cuba está muy lejos de convertirse en una amenaza para el orden del fútbol mundial.
“Todo aquel que trabaja también tiene que tener sueños”, dijo Antonio Garcés Segura, vicepresidente de la Federación Cubana de Fútbol. “Podemos soñar que un día podríamos llegar a la Copa Mundial y, ¿por qué no?, ganarla”.