‘Yo nací cocinera’
Isabel Pérez le pone mucho sabor a Olón en su restaurante, La Calderada. ¡La visitamos!
Además de sus seis hijos (cinco mujeres y un varón), la guayaquileña Isabel Pérez tiene dos pasiones. Una de ellas es manejar.
“Algunos vuelan con un pito, una marihuana. Yo me subo al carro y me fumo mi carro, porque yo vuelo”, dice con una sonrisa, porque su volar no es por la velocidad, sino por el trascendental placer que le provoca agarrar el volante y viajar por la carretera.
Su otra droga es la cocina. “Yo nací cocinera”, se confiesa. La primera vez que preparó algo de comer, ella tenía solamente unos cinco años de edad, y fue una singular delicia para su papá.
Ocurrió en la casa vacacional que su familia tenía en Salinas, la cual aún estaba en construcción. ¿Cómo lo hizo? Ella tomó unos pedacitos de madera del piso, que parecían galletas, y les puso arena mojada en medio.
“Le dije a mi papá: ‘Toma, es un sándwich’. Y él se lo llevó a la boca para morderlo. Yo me quería morir. ¡Era madera y arena! Él lo mordió y me dijo: ‘Está riquísimo, mijita’. Él siempre me apoyó en mi vocación”, recuerda desde una de las sillas de su restaurante, La Calderada, que desde hace un año opera en el c.c. Plaza del Valle, ubicado pasando el puente de Olón (provincia de Santa Elena), en la Ruta del Spondylus.
Esta es su nueva locación, ya que desde el 2000 había operado en la cercana Manglaralto, donde actualmente reside.
Fue allí donde, en el 2010, fue visitada por el chef y celebridad de la televisión Anthony Bourdain, porque su restaurante había sido escogido para grabar uno de los segmentos de su show, No Reservations.
“El tipo es encantador, un lomo fino con ojos azules, altísimo; se comió una calderada y un colonche”, indica sobre esa experiencia que le brindó fama internacional a su restaurante. El video aún se encuentra en YouTube para observar a Bourdain calificando esos platos como “amazing” (sorprendente) y “unbelievable” (increíble), respectivamente.
La calderada es una deliciosa sopa repleta de mariscos y espesada con pan licuado en cerveza. Esta es la versión muy particular de Isabel de un guiso portugués llamado caldeirada. “Pero mi plato es único, nadie más lo prepara”, dice con orgullo.
El colonche, de raíces manabitas, contiene langostinos y pescado en una salsa de verde y maní. Así terminó de enamorarse Bourdain de Isabel, a quien en ese capítulo se refiere al decir “This Lady is Impressive” (esta dama es impresionante), por la energía que despliega como líder de su cocina.
Trabajan con la salud
Los elogios de Bourdain son uno de los reconocimientos que Isabel ha recibido en sus 40 años como restaurantera, ya que después de haber trabajado por ocho años en un segmento de cocina en Ecuavisa, a eso de los 30 años de edad abrió el local El Pollo Loco, en Guayaquil, “Algunos amigos me decían que mejor le habría puesto La Gallina Loca, porque eso parecía”, indica.
Su segundo restaurante fue Las Tangas, porque sus hijas, entonces jovencitas, lucían las mejores tangas en la playa, comenta también sonriendo. Ese negocio operó en Guayaquil y, luego, también en Salinas, hasta 1998.
En todos esos años ha mantenido una estricta filosofía de calidad: “Soy persona generosa y justa, pero también soy muy exigente. Tener un restaurante es trabajar con la vida. En mis manos está la salud de mis clientes, muchos de los cuales viajan desde Guayaquil para comer aquí. Y eso siempre se lo recuerdo a mis empleados, quienes son excelentes”, señala esta dama que puede lucir demasiado enérgica en su trato, como si fuera un volcán, un remolino o una hornilla encendida que cuece el ambiente con su voz firme y directa.
Pero ella también sabe sonreír al decir que en su cocina, en su vida, con sus guisos, también en su carro, es inmensamente feliz. (I)