Lucha contra la sigatoka, al Nobel
El Dr. Ángel Llerena aspira a la presea internacional con sus investigaciones de agua ozonizada en el control de plagas en las plantaciones de banano.
El proyecto de agua ozonizada para controlar la sigatoka negra en el banano tiene tres componentes que pueden interesar en gran medida al comité del Nobel en Medicina y Fisiología: no contamina el ambiente, reduce en un 40% los costos del control de la plaga y retrasa la maduración de la fruta, lo cual le otorga mayores oportunidades para la exportación.
Estos resultados son parte de una investigación a cargo de Ángel Llerena Hidalgo, ingeniero agrónomo y doctor en Ciencias Agrícolas, que en el último año ha atraído el interés de la comunidad científica como para impulsar su candidatura a la presea internacional.
La Universidad Agraria de La Habana es el primer impulsor, apoyado por entes notables en la materia, como la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (Rapam) y Educación comunitaria para la salud, coordinación Honduras (Educsa), entre otras.
En nuestro país, el valor científico e innovador de los experimentos con ozono en agua fueron resaltados en Galardones Nacionales, el concurso de reconocimiento a la investigación producida por universidades nacionales que es organizado por la Senescyt cada año.
Descubrimiento ecológico
Por años, Llerena se ha centrado en explorar metodologías para una agricultura más sostenible y alternativas agroecológicas para un mejor rendimiento de los cultivos y el control de plagas sin químicos ni contaminantes. Su idea es que estas indagaciones se traduzcan en beneficios ambientales, económicos y sociales para la comunidad.
Su trabajo con ozono mezclado en agua arrancó en 2014. Conociendo que este gas purifica el agua al erradicar hongos, virus y bacterias, se prepararon bombas de motor para rociar pequeñas plantaciones de banano en Baba (Los Ríos), Tres Postes (Guayas) y Pasaje (El Oro).
“Su efecto es oxidar las paredes del micelio del hongo, lo cual no le permite producir las esporas para reproducirse, en consecuencia, la enfermedad no se disemina”, explica el también director del Instituto de Investigaciones y Transferencias de Tecnologías de la Facultad Técnica para el Desarrollo de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
La sigatoka negra es un hongo (Mycosphaerella fijiensis) que daña notablemente las hojas del banano, lo cual a su vez perjudica la salud de la planta, provocando la madurez prematura del fruto. Es la peor pesadilla para el país, pues después del petróleo, el banano es el principal producto ecuatoriano de venta en el exterior. Con esta enfermedad, el racimo no alcanza los estándares de exportación.
“Por eso hay que protegerlo tanto, se venden siete millones de cajas semanales”, aclara Llerena. “No puede tener manchas. Pero el uso de químicos en la fruta es exagerado”.
Según el investigador, una bananera fumiga un promedio de 30 veces al año y gasta en este rubro entre $ 70 y $ 80 por hectárea. “La fruta está cargada de químicos que luego van al interior de los humanos que la consumen”.
El ozono, en cambio, se disuelve o se evapora en el ambiente luego de 45 minutos de ser liberado. “Es tiempo suficiente para controlar la plaga. Después se convierte en oxígeno, evitando cualquier problema de contaminación”.
Otros resultados
Además de la muerte del hongo, Llerena notó que las plantas se tornan más vigorosas, luciendo un mayor número de hojas. “El ozono actúa en el suelo liberando nutrientes con mayor disponibilidad para la planta”. La solución ozonizada incluso alargó la vida verde del fruto, hasta por 21 días, logrando que sea más competitiva para su exportación.
En una segunda fase, el autor abre el alcance de la sustancia con ozono a grandes haciendas, con más de 50 hectáreas de banano. “Diseñamos un sistema para que se incluya el ozono en el equipo de riego de las bananeras grandes y así no hay necesidad de fumigar con bombas de motor”.
Aunque sus expectativas hacia el Premio Nobel son cautas, el agrónomo prefiere fijar sus esfuerzos en ampliar las aplicaciones de su descubrimiento. “Hace falta difundir las ventajas de este método y desarrollar investigaciones en otras áreas donde la sigatoka tiene mayor incidencia: las zonas calientes donde hay más humedad, como en Quevedo, Valencia y La Maná, donde hay muchas bananeras también. Queremos que los productores se interesen en apotar los ensayos”.
En todo caso, se acerca una amenaza mayor. “Una universidad de Tailandia nos ha invitado para hacer un proyecto conjunto con esta metodología, para controlar una enfermedad peor: el Fusarium oxysporum raza 4, el mal de Panamá, que viene arrasando con cerca de 200.000 hectáreas en Asia y África”.
Hay que estar preparados, así que será otra grata noticia para el país liderar este tipo de investigaciones. (G. Q.)
Una universidad de Tailandia nos ha invitado para hacer un proyecto conjunto con esta metodología, para controlar una enfermedad peor: el Fusarium oxysporum raza 4, el mal de Panamá, que ha arrasado 200.000 has en Asia y África”.