Gustavo Blacio: Con la música en la sangre

02 de Agosto de 2015
Silvia Coello

Gustavo Blacio está cumpliendo 30 años en la música. El reconocido percusionista ha acompañado a muchos artistas en el escenario, así como a decenas de grupos.

Hijo de Jorge Milo Blacio (+), fundador y director de la Orquesta Blacio Jr., y de Carmen Rivas (+), cantante de tangos conocida como la Libertad Lamarque ecuatoriana, Gustavo Blacio recuerda que de niño lo que más se hacía en su casa era escuchar música. “Mi papá tenía muchos discos de vinilo, era muy cuidadoso con sus discos, tenía de todos los géneros: boleros, jazz, clásica y música tropical que era la que tocaba”, rememora Gustavo.

Así, se fueron convirtiendo en sus referentes la Sonora Matancera, Los Melódicos de Venezuela, los Billo’s Caracas Boys, la Fania All Stars, entre otras. Pero además, su papá ensayaba con la orquesta en la casa todos los días, a veces lo acompañaba a grabar a Fediscos y a su mamá a las radios. “Entonces me fui enriqueciendo musicalmente desde muy pequeño, no había cómo escaparse”, dice con orgullo Gustavo, que cuenta que su abuelo, Milo Blacio, también fue músico, “él creo una orquesta de cámara allá por 1916”.

Gustavo, experto percusionista que está cumpliendo 30 años de vida profesional artística, recuerda que habrá tenido unos 7 años cuando cogió unos tarros y empezó a golpearlos con las manos, luego su hermano mayor, Carlos, también músico, dejó una batería con la que empezó a experimentar, y siguió con el bongó, la tambora, etc., y muchos instrumentos de percusión menor como timbales, pandereta, platillos.

Como su padre y su madre creían que el arte era un poco ingrato no querían que se dedicara a la música, así que empezó a practicar a escondidas. “Igual estudié una carrera en administración, pero terminé siendo músico, me autoeduqué a escondidas. Como la orquesta ensayaba en mi casa, al percusionista de la misma, Bolívar Ruano, lo cogía yo después de los ensayos y me enseñaba cosas básicas para la técnica y la resistencia, a endurecer las manos con un taburete, así pasaba horas, y luego ya cogí los instrumentos de cuero como el tambor, bongó, tambora, con los que me inicié con los golpes básicos y luego con otros instrumentos de percusión menor. Entonces hubo un momento en que ya era notorio, mi padre se dio cuenta de que ya no podía contra eso, y en un momento requirió de mí y me hizo partícipe de la orquesta, aunque yo ya me había iniciado en 1983 con el grupo Pirámide”.

En Pirámide tocó junto a su hermano Carlos, Tito Haenzel, Ignacio Álvarez e Iván Egas, y fue el primero de varios grupos y orquestas de los que ha sido parte, como Caoba, Herencia Rumbera, Tropicali, Canela, Alleguez Son, Bolaños Jazz, Guayaquil City Band, La Fábrica, Bohemia, entre otros, y actualmente está en Reway, la mayoría de música bailable.

Conocido por su puntualidad y profesionalismo, Gustavo es muy requerido y ha estado en varios grupos a la vez. En estos 30 años, cuenta, han sido muchas las veces que le ha tocado “dobletear”, esto es que termina de tocar en un evento o fiesta y corre a otra, con diferentes grupos.

Dice que las técnicas de los percusionistas son las mismas, pero que cada quien crea su propio estilo. “Yo aprendí por oído, pero tuve que aprender a leer música, no en un conservatorio, pero tuve a los mejores maestros: Luis González Plaza, jefe del bloque de percusión de la Orquesta Sinfónica, y Glen Falcones.

Le ha tocado alternar en estos 30 años con artistas y orquestas internacionales, y acompaña en la percusión a muchos cantantes locales, algunos ya fallecidos (Tito del Salto, Hugo Enríquez, Reynaldo Egas), así como a Patricia González, Hilda Murillo, Fresia Saavedra, Beatriz Gil, Astrid Achi, Mariel Córdova, Héctor Napolitano, Pamela Cortés, entre otros, y al colombiano Jorge Villamizar.

De 53 años, se dedica por entero a la música y aspira a grabar su propia producción. En la Blacio Jr. estuvo unos cuatro años, desde aquella vez que su padre requirió sus servicios, luego volvió para sustituir a su padre que enfermó, durante los tres últimos meses de 1999.

Con nostalgia recuerda que él fue el último director de la Blacio. “Mi papá falleció los últimos días de diciembre de ese año, pero me pidió, antes de morir que cumpliera con el compromiso que había adquirido para tocar con la orquesta el 31 de diciembre. Tocamos música bailable en medio del dolor, fue la última presentación de la Blacio Jr.”. (I)

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