La apuesta de hacer teatro

Por Mercucio
22 de Octubre de 2017

Posiblemente esta pieza de teatro se reconozca como una de las más exitosas en el mundo.  La dama de negro, estrenada en 1987, se ha presentado sin interrupción 30 años en Londres y 23 años en México.  Es la obra con mayor tiempo en carteleras en la historia y considerada la única de terror.  Este escalofriante relato fue escrito por la novelista de misterio Susan Hill (1983) y adaptado por Stephen Mallatrat; traducido en Guayaquil por Nicolás Esparza y adaptado por Michelle Zamudio, quien también interpreta al personaje de la oscura mujer.

La dama de negro está por primera vez en Ecuador con un elenco de lujo y exhibiéndose (hasta el 28 de octubre) en la sala Zaruma del Teatro Sánchez Aguilar.  Dirige Itzel Cuevas; de la música y sonoridad se encarga Norberto Bayo; en dirección de arte, Roberto Frizone; y en producción, Michi Zelaya.  También tenemos una vez más en acción al actor español Aarón Navia (Sr. Arthur Kipps) y al apasionado Pepe Sánchez (El Actor), de quienes es un gusto hacer nuevamente referencia.  Una buena dupla sin duda alguna, dos representantes de las tablas que han tenido un excelente año en teatro y eso que aún no termina.

La sonoridad le hace al juego a la noche fría y la premisa acá es causar terror.  El Sr. Kipps entra a escena para contar su historia al público, intentando actuarla.  Pero le es imposible, porque no es un actor.  El otro personaje, El Actor, entra y propone ser él quien actúe la historia y que el Sr. Kipps interprete a los otros personajes que aparecen en ella.  Lo que presenciamos aquí es una obra de teatro, dentro de otra obra de teatro con luces, sonidos, cambio de escenas y personajes en el mismo lugar, donde el lugar mismo es un personaje. Añadamos a esto el aprovechamiento de las riquezas del espacio, lo que hace de esta una obra bien lograda.  Solos dos actores en escena montando todo un relato, invitando al espectador a usar su imaginación, que hoy por hoy es algo novedoso y subversivo.

Los esfuerzos bien enrumbados cumplen los objetivos de los proyectos teatrales y el único componente que nos lo indica es el público ávido de interés y buscando más.  Porque así somos los espectadores, detallistas y exigentes.  Sin nosotros, sin nuestros ojos secos o mojados, el hecho teatral no es posible. A no ser que se haga teatro para uno solo.  No importa que esta obra tenga 30 años exhibiéndose y cuente con gran prestigio, lo que importa es cómo se montó y lo que se hizo aquí y ahora… es la esencia del teatro.

Esta obra prometía, lo intuí.  Creí que andaba perdido con mis críticas y premoniciones sobre el teatro local, pero al acertar con esta apuesta escénica dicha creencia se volvió farsa.  Como no puede ser de otra forma, Navia sobresale al igual que Sánchez y ambos nos demuestran de la mejor manera que cuando se trabaja con humildad, brindando apoyo y aceptación a otras teatralidades, abiertos a las críticas y proponiendo autocrítica, la formación y altura del artista se notan.  Entonces las ideas y las propuestas nos tocan las puertas y no al revés.

Me llevé sustos y risas en esta apuesta que desea unir y conectarse al público, borrando los límites existentes del teatro tradicional y monoestético.  La propuesta fue múltiple, pero sobresale la que nos invita a una experiencia ‘4D’, que a fin de cuentas el teatro es eso, invitar al espectador a vivir desde adentro el teatro y ser parte, no un foráneo que admira lo ajeno.
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@_Mercucio_

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