Una extraña familia

Por Clara Medina
07 de Febrero de 2016

En la literatura contemporánea y en la vida real, la localidad pierde fuerza. El desplazamiento, la errancia, los movimientos migratorios son una constante. A menudo vemos o leemos en los medios de comunicación historias reales de refugiados, de desplazados, de gente que se marcha por algún motivo. Que abandona su tierra. Su espacio. De ese espíritu está dotada La familia del Dr. Lehman, de la escritora ecuatoriana Sandra Araya, obra que obtuvo, en noviembre pasado, el premio La Linares de novela breve. Es el segundo libro de esta autora, nacida en Quito en 1980.

Sandra Araya

Los protagonistas de la historia: el médico, la esposa y los hijos, son unos seres que se trasladan de un lugar a otro. Van en su viejo auto de pueblo en pueblo. No se sabe de dónde vienen (¿en qué ciudad nacieron, cuál es su origen, por qué el peregrinaje?) ni hacia dónde van. No hablan del pasado. Ese dato permanece oculto. Lo que queda claro es que en uno de los pueblos al que llegan, en el que son invitados por los habitantes a quedarse, al doctor Lehman lo acusan del rapto y asesinato de dos menores. El castigo es la expulsión. Así, esta familia, que había encontrado en ese pueblo un hogar, un refugio, vuelve a deambular.

Uno de los aciertos de la novela y, por lo tanto, de la escritora, que es quien decide las locaciones para su ficción, es alejarse de la ciudad y escoger internarse en un ambiente casi rural, en el que el clima y la geografía son clave. Hay en los escenarios de esta historia una especie de sopor, o un viento fuerte que sopla, o una lluvia intensa, o rocas y cavernas. Los pueblos no tienen nombre. Pueden estar ubicados en cualquier parte del mundo. Da igual. Son como sin tiempo, como olvidados, como no registrados en el mapa. En ninguno hay médicos. Se han marchado (nunca se sabe por qué) y a los Lehman les toca vivir en las casas que antes ocuparon estos. Todo ello configura y apuntala el ambiente extraño y denso en que se desarrolla la trama. Y aunque en apariencia se trascienda el territorio, el entorno es otro protagonista.

Es una obra que maneja de forma dosificada el suspenso. El modo en que se narra es importante: se dice lo estrictamente necesario, con un tono contenido. Lo que le llega al lector se sabe por Amy, la mayor de los descendientes de la familia Lehman. Pero ¿son ella y su hermano realmente hijos del médico y de la esposa? ¿Lo que cuenta, piensa o ve Amy es de verdad así o, por el contrario, se lo inventa? Ni ella está segura. En esta obra no hay certezas. El lector nunca pisa en tierra firme. Lo que en apariencia es a lo mejor no es.

La familia del Dr. Lehman es una novela breve que se lee con deleite y es una constatación de la solvencia de la narrativa joven que se está escribiendo en el país. La publicó la Campaña Nacional de Lectura Eugenio Espejo en su colección Luna de bolsillo. (O)

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