Un triunfo con sabor a derrota

Por Hernán Pérez Loose
27 de Septiembre de 2015

En el camino que bordea la costa occidental del Lago de Garda, entre Gardone Riviera y Fasano, propios y extraños pueden subir por un desvío para visitar la casa donde pasó sus últimos años Gabriel D’Annunzio (1863-1938).

Las excentricidades de los interiores de la villa –conocida como el Vittoriale de los italianos–, así como la originalidad de sus jardines, que incluyen un anfiteatro y la réplica de una nave, constituyen testimonio fiel de la compleja personalidad de este extraordinario personaje de la literatura. Poeta, novelistas, político, dramaturgo, periodista, aventurero y piloto aéreo militar, D’Annunzio vivió una vida intensa, llena de conflictos, oscilando entre el decadentismo en la literatura y la elegía a la guerra, así como su simpatía, primero por la extrema derecha, y luego por la extrema izquierda, en lo político.

Su novela más acabada es probablemente El triunfo de la muerte (Trad. Editorial Alfabia, Barcelona). De su epicentro que es la historia del amor entre Giorgio Aurispia e Ippolita Sanzio, brotan tramas que por su riqueza, tanto en personajes como en situaciones, bien pudieron haberse constituido en otras obras literarias por sí mismas.

Con la herencia recibida de su tío, el protagonista, un joven aristocrático, de refinados gustos y sensibilidad cultural, deja su pueblo natal y se muda a vivir a Roma. Allí Giorgio conoce y se enamora de Ippolita, quien abandona su hogar y a su esposo para entregarse por entero a su amante. Lo que viene es una vida de gran intensidad, llena de sensualidad y violencia donde los sentimientos y las experiencias que viven ambos reflejan en buena medida la propia personalidad de D’Annunzio.

En esta, como en sus otras dos novelas que forman la así llamada trilogía de la rosa, El placer y El inocente, el personaje principal es un héroe al revés: débil, presa de enfermedades, recluido severamente en su mundo interior, con una visión en la cual la vida se presenta como una condena sin esperanzas, vacía, inútil, frívola, que ni la pasión delirante que viven él e Ippolita parece liberarlo. Al contrario con el pasar del tiempo esa pasión se convertirá en una repulsa destructiva que va creciendo silenciosamente, creando fantasías enfermizas de odio. Giorgio terminará con su vida, tal como lo hizo su tío de quien paradójicamente heredó la pequeña fortuna que eventualmente lo llevó a su autodestrucción. El argumento de la obra queda así presa de los abismos y conflictos internos de su protagonista central.

El libro que he comentado hoy puede ser adquirido en La casa del libro de Madrid, así como directamente de la casa editorial respectiva.

hernanperezloose@gmail.com

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