Embotellados y refrescantes recuerdos

10 de Mayo de 2015
Giovanny Reyes Bazurto, especial para La Revista

Envases de colas o gaseosas que se han convertido en reliquias para los coleccionistas entusiastas por tenerlos en sus estantes.

La Barrilitos de nuestra entrañable niñez o adolescencia, la Royal Crown que nostálgicamente saborearon nuestros padres, la Fioravanti, Coca y Pepsi que bebieron nuestros abuelos y han desafiado al pretérito y al futuro, en esta crónica de añoranzas, son reverencialmente reseñadas para el deleite de esperanzados coleccionistas, con endulzamiento gaseoso.

En 1884, Juan F. Fioravanti tenía una producción de colas que abastecía al 3% de la población guayaquileña, y en ese entonces era de 50 mil habitantes. Fioravanti es la primera compañía de gaseosas o refrescos fabricados en nuestra ciudad, cuyo negocio lo inició en 1881.

En una fotografía de 1910, de la publicación Guayaquil a la vista, en su primera edición, se puede ver a este empresario, junto con su familia y un grupo de obreros, donde se aprecian cajas de madera con 24 botellas redondas, de no más de 8 onzas. Se los observa dentro de un pequeño inmueble provisto de una maquinaria muy elemental, y un ambiente de pulcritud y sencillez.

Son los inicios de la industria de bebidas gaseosas en nuestra urbe porteña, y con otra empresa embotelladora impulsaron y lucharon para sacar adelante el emprendimiento de sus sueños, sin contar con el apoyo del marketing ni de canales adecuados de distribución; para ello empleaban escaso personal en sus establecimientos, debido a que el índice poblacional en la primera década del siglo XX, era de 75 mil habitantes.

Asimismo, en la foto, llama la atención un error de imprenta, al haber transcrito mal el apellido Fioravanti. La fábrica comenzó sus actividades en el barrio del Astillero, al igual que La Frutal, que pertenecía a los dueños del castillo del español Miguel Martínez de Espronceda, en total existían ocho fábricas de aguas gaseosas.

La Coca Cola se destapa en Guayaquil

Hacia 1940, una familia de emprendedores: Víctor Emilio Estrada, José Estrada Icaza y Luis Estrada Icaza, crearon Guayaquil Bottling Company, que sería la encargada de poner en marcha la producción y distribución de la afamada Coca Cola, bebida gaseosa que hasta ese momento había alcanzado el liderazgo en el mercado estadounidense y en el contexto mundial. Dicha compañía envasadora funcionaba por aquel entonces en la calle Rocafuerte 419.

A mediados de los años cuarenta, la población guayaquileña bordeaba los 180 mil habitantes, y la novedosa empresa se propuso revolucionar el mercado de las bebidas gaseosas, con una llamativa botella de 6 y media onza, y otras innovaciones en su presentación.

En 1979, con una población cercana al millón de habitantes, José Estrada, único accionista a la fecha, creó la nueva planta en la avenida Juan Tanca Marengo, donde hasta hoy funciona, y quedó como recuerdo una botella conmemorativa, y así se reafirmaba la costumbre de realizar grandes campañas publicitarias en el medio. Al momento, la Coca Cola continúa liderando el mercado de las gaseosas, y sus coleccionables botellas son atesoradas desde hace más de siete décadas en nuestro país.

El ‘santo Grial’ de los coleccionistas

En esta industria de las colas, el vidrio jugó un importante papel desde sus inicios, pues el diseño, forma y tamaño de los envases, la transparencia de los mismos, el color y los esmaltados, verdaderas joyas, ahora requeridas por fanáticos que ven cómo aquel tipo de envase ha sido desplazado por botellas plásticas cuya producción se realiza a más bajo costo. Así tenemos botellas de color café de la cola Crush, y la verde de la desaparecida Coco Rico (las más apetecidas por los coleccionistas), Guaraná y Brahma (producidas en Machala), Fructi Soda (producida en Ambato), aparte de los emblemáticos frascos de Fioravanti, Gallito, Spur, Old Colony, Buzz, Jean Cola, Royal Crown, Barrilitos Okey, Queen, 7 Up, Fox, Inka Cola, Cott Cola, Mirinda, Vida, Más, Orangine, Tropical, Manzana, Pepsi y las conmemorativas y coleccionables de Coca Cola, llenan las vitrinas y estanterías de jóvenes ansiosos que aspiran a completar sus atesoradas colecciones.

Las campañas publicitarias con clichés pegajosos, de alguna manera, permitieron a unas embotelladoras incrementar el mercado de bebidas gaseosas con diversas marcas, aunque ahora unas son representativas, y otras han desaparecido. Desde 1952 aparecen Tropical y Manzana, Pepsi (como embotelladora nacional), y la primera le arrebató su espacio a Fioravanti, luego en 1992, esta fue incorporada a la Coca Cola Company. (I)

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