Un escritor memorioso

Por Clara Medina
26 de Agosto de 2012

“Lo llamé, pero no hablé con él sino con Mercedes (la esposa). Ella prefiere que no pase al teléfono porque de pronto no reconoce”, aseguró el periodista Plinio Apuleyo Mendoza. Se refería al escritor colombiano Gabriel García Márquez, uno de sus mejores amigos.

La amistad nació en la juventud, cuando ambos ejercían el periodismo, y se conserva hasta ahora. Apuleyo contó que el pasado 6 de marzo, cuando el Nobel de Literatura cumplió 85 años, no lo pudo saludar. Recordó que la última vez que hablaron, hace varios años, al autor de Cien años de soledad ya se le olvidaban ciertas cosas y le preguntaba: ¿Cuándo llegaste? ¿Dónde estás alojado?, y repetía.

A la declaración de Apuleyo se sumó la de Jaime, el hermano de García Márquez, quien confirmó que el escritor padecía de conflictos de memoria, que se agravaron por el cáncer linfático que superó en 1999. Lamentó, además, que su hermano no esté en condiciones de escribir la segunda parte de su biografía Vivir para contarla, ni ninguna otra obra. “Desgraciadamente, creo que no va a ser posible, pero ojalá esté equivocado”, dijo.

Entristece saber que no tendremos más obras de este genial escritor, nacido en el pueblo caribeño de Aracataca en 1927. Pero su legado es gigante y permanecerá a través de los años. Es un maestro de la novela y del cuento. Mediante su narrativa ha hecho uno de los grandes aportes latinoamericanos a la cultura universal.

Una forma de conocer y reconocer a este escritor es leer sus libros. Casi todos están disponibles en las librerías ecuatorianas. Y otra también podría ser volver a la obra El olor de la guayaba, conversaciones de Plinio Apuleyo Mendoza con el escritor, una pieza clave para entender el universo garciamarquiano.

Es un largo diálogo, en el que Apuleyo le indaga a García Márquez por todos los temas: desde la infancia hasta la fama. Desde cómo se convirtió en escritor hasta cuál fue el germen de Cien años de soledad. Su amor por la poesía. Su devoción por la música y más. Así nos enteramos de que la literatura del colombiano es totalmente memoriosa. ¿Cuál fue tu propósito cuando te sentaste a escribir Cien años de soledad?, pregunta Apuleyo. Gabo responde: Darle salida literaria, integral, a todas las experiencias que de algún modo me hubieran afectado durante la infancia. El entrevistador señala: Muchos críticos ven en el libro una parábola o alegoría de la historia de la humanidad. El autor contesta: No. Quise solo dejar constancia poética del mundo de mi infancia.

Otra pieza que permite conocer a Gabo es Vivir para contarla, el primer tomo de sus memorias, que se publicó en el 2002. Y que probablemente se convertirá en el único. Es un valioso testimonio de la existencia de este escritor, quien en El olor de la guayaba confiesa que luego de que le llegó la fama, el trabajo más difícil que le ha tocado realizar es la preservación de su vida privada. Y lo ha logrado bastante bien, hasta que trascendió esta noticia que entristece. Es como si todos perdiéramos con la pérdida de esa memoria prodigiosa.

claramedina5@gmail.com

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