Nietzsche en Sorrento

Por Hernán Pérez Loose
16 de Julio de 2017

“No tengo fuerzas para el norte; allí mandan las almas pesadas y afectadas que, como el castor en su obra, están constante e inevitablemente en las normas de la cautela. ¡Toda mi juventud se ha marchitado entre ellos! Me asaltó esa idea la primera vez que vi caer la noche sobre Nápoles, con su gris y su rojo de terciopelo en el cielo – como un estremecimiento de compasión para conmigo, por haber comenzado a vivir siendo viejo, y lágrimas y el sentimiento de no verme todavía salvado, en el último instante. Tengo suficiente espíritu para el sur”.

Estas reflexiones sobre el impacto que le provocó el golfo de Nápoles, con sus mágicos atardeceres, las escribió Friedrich Nietzsche en el otoño de 1881, cinco años más tarde de su decisivo viaje a Sorrento. Las notas fueron encontradas luego de su fallecimiento y forman parte de sus obras póstumas. Por primera vez, el gran filósofo y profundo crítico de la modernidad había comprendido que el norte de Europa había agotado los años de su juventud, a la vez que le consumía la pasión por recomenzar una vida nueva, una vida con la mirada clavada en el sur.

En su libro, El viaje de Nietzsche a Sorrento, recientemente traducido del francés y publicado por la editorial Gedisa (Barcelona, 2016, p. 254), Paolo D’ lorio nos cuenta cómo Nietzsche fue capturado por el calor y sol del sur europeo. Fue en Sorrento donde Nietzsche maduró finalmente como pensador. Es a partir de ese viaje que su pensamiento toma un nuevo giro.

Nietzsche viaja a Sorrento en el otoño de 1876, a insistencia de su amiga Malwida von Meyenbug. El viaje fue éxito inmediato, pues el filósofo, que sufría de terribles dolores de cabeza y problemas de visión, recobró de pronto su jovialidad y confianza y comenzó a sentar las bases de sus futuras obras, en particular de Humano, demasiado humano. Tal como lo demuestra D’ Iorio, recurriendo a varias fuentes bibliográficas, fue aquí donde Nietzsche se aleja intelectualmente de Richard Wagner y abandona la idea de que a través de sus opera y música la cultura alemana podía recuperar su vigor. No es una coincidencia, de hecho, que Nietzsche haya optado por instalarse a las afueras de Sorrento, lejos del hotel donde Wagner y su esposa pasaban una temporada.

D’Ioro logra combinar con mucha destreza las coloridas anécdotas de este viaje, con un riguroso análisis de lo que significó la metamorfosis del pensamiento de este complejo pensador. El libro puede ser ordenado a la librería La Central de Madrid. (O)

hernanperezloose@gmail.com

  Deja tu comentario