La muerte como parte de la vida

Por Clara Medina
14 de Julio de 2013

Rosa Montero (1951), periodista y escritora española, autora de La ridícula ideaNo hay nada más público ni nada más íntimo que un luto. Hay un rito, una formalidad, que todos ven. Pero un dolor, un vacío, una angustia, que es inexpresable y que llevan en su interior solo los que han vivido una pérdida, una muerte de un ser querido. Es una tristeza honda por la ausencia, por el silencio, por lo que no se le dijo a esa persona que ya no está. Por lo que no se compartió. Por lo que se calló. Por ejemplo, cuánto la amábamos y no se lo dijimos lo suficiente. O cuántos momentos pudimos compartir y no lo hicimos. Y esa irremediable culpa que a veces nos endilgamos.

De este tema habla la escritora española Rosa Montero en su libro La ridícula idea de no volver a verte. Del luto por la muerte de su esposo, tras dos décadas de convivencia. Falleció de cáncer luego de una prolongada enfermedad. Pero no habla solo de él y de ella. La autora tiende puente con otra pareja para encarar su propio luto y reflexionar sobre la vida, el amor, el trabajo, la condición femenina, la familia o las coincidencias felices que nos regala la existencia.

Habla de Marie Curie, la científica polaca ganadora de dos premios Nobel (Física y Química), de la temprana muerte de su esposo, el físico Pierre Curie, con quien compartió su vida privada y pública, su trabajo y su pasión por la ciencia y el conocimiento; de las hijas que tuvieron (una de ellas, Irene, también ganó un Nobel de Química), de la familia y de los vejámenes que sufrió esta mujer pionera. Era una adelantada para su época. Una mente brillante. Pero Rosa Montero no la retrata solo en su etapa heroica. No la presenta como una mujer sin mácula. La presenta en sus contradicciones. En su mundo íntimo. En su luto. En su aparente dureza y frialdad, que era como una coraza para protegerse del dolor. Y en su incansable voluntad investigativa.

Para escribir este libro, que es una especie de memoria, de ensayo, de crónica, que es un cruce de géneros, Montero se vale del pequeño diario que Marie Curie escribió tras la muerte de su esposo. Cita párrafos, hondos, cargados de nostalgia y de amor, los comenta y los va cotejando con su propia experiencia. Pero no es la única fuente. La escritora española leyó infinidad de biografías y escritos sobre Marie Curie y de todos estos echó mano para edificar esta obra, que nos muestra a esta mujer de excepción que fue la científica polaca; y nos habla, asimismo, de un hecho que en cualquier momento de la existencia nos toca a todos: el luto. Y de cómo a pesar de ello la vida continúa y hasta puede volver a ser bella. Pero el recuerdo está allí.

claramedina5@gmail.com

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