Intelectuales, política y poder

Por Hernán Pérez Loose
21 de Diciembre de 2014

¿Cómo responden los artistas y escritores a la política? La pregunta había intrigado a Alan Riding durante los años que trabajó como reportero en América Latina en los años de las dictaduras de la década del 70. Había intelectuales que optaron por mantener un perfil bajo, otros por apoyar la rebelión armada, y hubo quienes emigraron para protestar desde el exterior. Pero muy pocos se vendieron al autoritarismo. La pregunta, cuenta Riding, tomó fuerza cuando fue trasladado a París en 1989, y vivía en la Rive Gauche, en la meca de los intelectuales siempre listos a derribar el sistema establecido.

Pero pronto se dio cuenta de que el problema de cómo los intelectuales reaccionan frente al autoritarismo político era algo que ya se había planteado muchos años atrás, esto es, cuando París fue ocupada por los nazis. ¿Cómo reaccionaron los intelectuales durante el que fue probablemente el capítulo más vergonzoso de la historia de la Ciudad de las Luces? ¿Tiene el talento un deber ético superior frente a regímenes autoritarios? ¿Puede la cultura florecer sin libertades políticas?

Riding explora estos temas en un interesante libro, cuya edición de tapa blanda en español lleva el título Y siguió la fiesta (editorial Galaxia Gutemberg, 2013). La capital francesa fue un motor de la cultura para el mundo durante las décadas del 20 y 30. Un mundo fascinante en el que las vanguardias de la literatura, teatro, pintura, arquitectura y filosofía revolucionaron el pensamiento. Un mundo que se hizo añicos cuando en 1940 el ejército alemán entró victorioso en París.

Durante los años de la efervescencia intelectual, París, y en general Francia, había venido radicalizándose más y más, entre los extremismos de izquierda implacable y una derecha antisemita. Esta batalla se había trasladado a las artes, desde el ballet hasta la arquitectura. En su libro, Riding examina la reacción que adoptaron los intelectuales de toda esta amalgama de tendencias frente al poder autoritario del nuevo régimen.

Muchos de ellos adoptaron una combativa y valiente resistencia cultural. Y Riding se encarga de hacer un fascinante recuento de esto. Pero probablemente lo más interesante es lo que sucedió con los intelectuales que optaron por colaborar con el régimen.

Interesante porque irónicamente muchos de ellos eran brillantes. Figuras que sucumbieron, como muchos intelectuales en general, se hipnotizan ante la romántica visión de ideologías que invocan revoluciones.

Nacido en Brasil de padres británicos, Alan Riding ha sido corresponsal de Reuters, The Economist en América Latina y el New York Times en París. (O)

hernanperezloose@gmail.com

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