En clave de comedia

Por Clara Medina
04 de Marzo de 2018

La novela El galán imperfecto, del escritor chileno Rafael Gumucio, es uno de esos libros que, luego de leerlos, te quedas con una duda: no sabes si te gustó. Aun así, de algo estás segura: no perdiste el tiempo. Te resultó interesante. Por ese motivo lo terminaste. En la contraportada se dice que tiene humor. Que es desternillante. Más que humor, piensas, contiene ironía. Y crees que desde la ironía esta obra, que pretende ser una comedia, hace una crítica al tipo de sociedad en que vivimos, en la que para parecer estar en la onda, hay que ir a los lugares de moda, tomarse las fotografías en las poses de moda, comer la comida de moda, cumplir con los rituales de moda. Y a las modas, súmele usted el peso de la tradición: la familia, la religión, el matrimonio, los hijos, la profesión. Tanto. La obra está ambientada en Chile, pues el autor es chileno (nacido en Santiago en 1970 y es, además, periodista) y usa chilenismos en la narrativa, pero podría desarrollarse en cualquier país latinoamericano.

El protagonista de El galán imperfecto, novela publicada por el sello Random House, es Antonio, cuarentón, soltero, sin hijos, sin oficio cierto. Tiene una madre demasiado presente en su vida. Y una novia joven, que se va a un largo y exótico viaje con las amigas. Así se despide de su etapa juvenil. En su ausencia, él se somete a una circuncisión, operación de la que desea ella no se entere. Pero la madre se lo cuenta. La operación es el pretexto de esta novela, pues este hecho da pie para las conversaciones de Antonio con el médico y para su estadía en la clínica, en la que encuentra a una médica amiga de su novia; para los cuidados de la madre y las hermanas y para las discusiones largas e infructuosas por correo electrónico entre el protagonista y la novia. Y para el fin de la relación. Todo ello como parte de la anécdota. Lo realmente de fondo, lo que esta novela plantea de verdad, es una mirada ácida (patética a veces) al amor, la amistad, la familia, la sexualidad y al peso de lo social en cada uno de los seres humanos (¿qué esperan de ti tu familia y tus amigos? ¿A qué edad se supone que tienes que casarte? ¿Qué significa ser exitoso?, etcétera).

A veces parece que el protagonista de la novela no va hacia ningún lado. A ratos se tiene la misma sensación de la novela. Pero luego le encuentras sentido. Antonio, entre tanto, sigue desubicado. A las situaciones que deberían ser leves, las llena de hondura. Y las que necesitan hondura las vacía de significado. Duda. Se ahoga en sí mismo. Vuelve a dudar. Pero ¿quién está libre de dudas? Es esta una novela donde nada para el protagonista está definido, ni dicho del todo. Y es esa indefinición lo que te hace interesante el libro de Gumucio, cuyos personajes pertenecen a una clase media alta. (O)

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