El silencio de los libros

Por Hernán Pérez Loose
25 de Diciembre de 2011

La relación entre el lenguaje y el silencio, y entre aquel y la literatura son temas que han estado siempre presentes en la extensa y variada obra de George Steiner.

En su libro Lenguaje y silencio (editorial Gedisa, Barcelona), por ejemplo, Steiner desarrolla todo un discurso sobre la demolición sufrida por el lenguaje a través de las atrocidades del siglo XX, especialmente a cargo de los regímenes totalitarios. Atrocidades que no pueden comunicarse a través del lenguaje debido  a que la destrucción de este ha sido tan profunda que él ha perdido su original misión de ser esa suerte de puente por donde la racionalidad humana y la verdad transitan con cierta seguridad.

En uno de sus ensayos que recoge este libro (El silencio y el poeta), Steiner nos invita a seguir la metafísica oriental y las enseñanzas de Wittgenstein de optar por el silencio ante lo inefable. Y en otro considera la poética moderna como un esfuerzo para demostrar los límites de lo expresable, la antesala del significado, dejando el silencio del lenguaje, donde este solo puede expresar su frustración.

En El silencio de los libros (editorial Siruela, 2011), Steiner retoma el tema del silencio pero desde otra perspectiva. Nos propone ahora en  grandes rasgos una historia de la cultura desde el ángulo de la escritura y la lectura, así como de los intentos por su destrucción ora por la vía de la censura, directa o indirecta, ora por su aniquilamiento físico.  “Tenemos la tendencia a olvidar que los libros tienen una historia, cuyos comienzos contienen la posibilidad de un fin”.

Steiner da un repaso interesante en este libro a las tensiones históricas entre la escritura y las tradiciones orales. Para ello da una mirada singular al uso de las parábolas por parte de Jesús como una vía para cambiar nuestra conducta. Su crítica al desprestigio que la enseñanza moderna ha imputado a la memorización de los textos es bastante aguda. “La enseñanza moderna se asemeja cada vez más a una amnesia institucionalizada”

El libro trae al final algunas reflexiones de Michel Crépu que en ocasiones replica a Stenier, aunque en general coincide con su maestro.  Ambos textos son una invitación a reflexionar sobre nuestro pasado y sobre nuestra cultura.

Como en muchas obras de este genial escritor, en El silencio de los libros hay un derroche de erudición que a veces abruma, pero al final el balance es enteramente satisfactorio. Una meditación importante sobre las razones por las que debemos defender la pasión por los libros y la lectura.

hernanperezloose@gmail.com

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