'El río que suena', libro de Carmen Vela de Manzano?

Por Clara Medina
20 de Septiembre de 2015

Los libros tienen un destino siempre azaroso. Se publican. A veces circulan. En otras ocasiones reposan en algún lugar. Se quedan en poder del autor o de la familia. Hasta que por una u otra razón, llegan a otras manos. Es lo que sucedió con el libro de cuentos El río que suena, de la guayaquileña Carmen Vela de Manzano, publicado en 1988 y reeditado en 2012.

No sabía de su existencia hasta que hace un par de meses Norka, una de las hijas de la autora, con la que coincidí por casualidad en una actividad cultural, me obsequió la obra. Es un libro pequeño, de 73 páginas, pero cautivó de inmediato mi atención. ¿El motivo? Los cuentos fueron escritos en la década del 40 de la pasada centuria, en la primera mitad del siglo XX. Cada vez que se habla de esta etapa de la narrativa del país, generalmente saltan solo nombres de hombres. De pocas o de ninguna mujer. De manera que saber que esta guayaquileña escribía cuentos en esa época me pareció significativo.

Carmen Vela de Manzano era concertista de piano, maestra, médica y escritora. Madre de la poeta Sonia Manzano y madre también de Norka, Jorge, Ibsen y Elina, la insigne pianista recién fallecida. Y aunque intuía que detrás de estos personajes talentosos, todos músicos, debieron estar una madre y un padre sensibles, que supieron cultivar y encaminar las inquietudes de sus descendientes, desconocía quiénes eran. Mediante el libro supe de esta mujer pionera, que daba a conocer su narrativa en publicaciones periódicas. Incluso dos de sus cuentos, Agua para el hijo y Los indios de San Antonio de Pongolito, obtuvieron mención de honor en el concurso nacional de cuentos convocado en 1949 por diario El Telégrafo, con el auspicio de la Casa de la Cultura del Guayas.

En el volumen, en una suerte de prólogo, su hija Sonia escribe: “El hecho de no haber publicado sus productos en libros propiamente dichos, provocó que el nombre de esta creadora haya sido injustamente poco conocido en los anales de la literatura ecuatoriana”. Leerlo me permitió adentrarme en el itinerario de la autora, que también escribía poemas. En 1983 publicó su primer poemario, Amon Ra y Osiris. Luego vino un segundo libro de poemas: Penélope de papel. En 1988 se animó a recopilar sus narraciones y a publicarlas como libro. Así nació El río que suena. Veinticuatro años más tarde, en 2012, sus hijos realizaron una reedición de este.

El libro contiene diez cuentos, que están imbuidos del realismo de la época en que se gestaron. Dos llamaron particularmente mi atención: La agüela, sobre un joven que creció junto a su abuela enferma y cuyo sueño es saber qué hay detrás del mar; y La entenada, sobre una joven que luego de una serie de dificultades y abusos decide suicidarse el día de su boda. Qué agradable ha sido encontrarme con esta obra, a la que accedí por azar. Una tarea pendiente en este país es indagar para hallar más voces como la de Carmen Vela. Voces femeninas que han permanecido al margen de la historia oficial de la narrativa ecuatoriana. (O)

claramedina5@gmail.com

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