El regreso de una dama

Por Hernán Pérez Loose
18 de Junio de 2017

Pocas pinturas contemporáneas han atravesado una odisea similar a la del cuadro del artista vienés Gustav Klimt, y que es conocido con el nombre de la Dama de Oro. El cuadro fue terminado en 1906, y consiste en el portarretrato de Adele Bloch-Bauer, una elegante miembro de la burguesía austriaca perteneciente a una próspera familia de origen judío. La obra estuvo al centro de una de las batallas legales más complicadas y largas de la historia del arte. La disputa llegó hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos.

En su libro La Dama de Oro (Editorial Vaso roto, Madrid 2015, 522 páginas), la escritora Anne Marie O’Connors narra las peripecias de esta estupenda obra de arte, avatares que inspiraron la producción de un filme protagonizado por Helen Mirren en 2015.

El libro cuenta varias historias a la vez. Por un lado, la obra nos introduce en la fascinante personalidad de Gustav Klimt, uno de los artistas más importantes de la vanguardia austriaca de inicios del siglo XX. El lector se enterará, por ejemplo, sobre el origen del tan peculiar estilo de Klimt. Al parecer, el artista quedó fascinado cuando visitó la Basílica San Apolinar el Nuevo, en Ravena, Italia, y pudo apreciar sus mosaicos bizantinos. (Una experiencia fascinante, dicho sea de paso).

El libro narra también las relaciones de Klimt con Adele, su mutua admiración y complicada amistad. Sin embargo, el libro gira alrededor de la ciudad de Viena, de su riqueza, del fermento intelectual liderado por la intelectualidad judía, y, sobre todo, sobre la audacia de sus artistas para experimentar en nuevas formas.

La obra fue confiscada por los nazis durante su ocupación en Austria, junto con otras piezas artísticas de la familia de Adele. En base a una prolija investigación, la autora analiza los problemas que tuvieron que enfrentar los Bloch-Bauer durante esos difíciles años, y que fueron muy similares a los de otras familias austriacas de origen judío. Terminada la guerra, la pintura terminó en manos del Gobierno austriaco, y luego de varios años una de las sobrinas de Adele, María Altmann, residente en Los Ángeles, decidió reclamar para sí la obra. Y es entonces cuando la mencionada disputa legal se desata hasta que luego de años de lucha la obra regresa a manos de la persistente María. El célebre coleccionista Ronald Bauer le compró la obra, y hoy se la puede apreciar en la Neue Galerie de Nueva York.

En fin, un libro muy interesante, que se lo puede ordenar contactando a la librería La Central de Madrid. (O)

hernanperezloose@gmail.com

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