Piratas y corsarios

19 de Febrero de 2012
Freddy Avilés

El término “pirata” ahora integra nuevas facetas. Pero en la historia universal, los piratas eran sinónimo de saqueos, sangrientas invasiones e intrigas políticas, cuando también surgen los corsarios.

En estos últimos tiempos es común escuchar el término pirata o piratería, refiriéndose a las personas que se descargan ilegalmente canciones o películas. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de esta palabra y a quiénes se referían?

El pirata es aquel individuo que se dedica al ataque, saqueo y destrucción de naves para obtener un botín y enriquecimiento personal.

La piratería es tan vieja como la propia humanidad, la practicaban en la antigüedad y pueblos como Grecia y Roma sufrieron sus embates, especialmente cilicianos, incluso cuentan algunas biografías del ilustre Julio César que sufrió secuestro por estos bandidos del mar.

Famosos en la Edad Media son los ataques en el Mediterráneo por los temibles piratas árabes, o los saqueos propiciados por los temibles vikingos en las costas británicas y francesas que sembraron el terror durante años.

Luego vendrían a asaltar la zona itálica e ibérica los navegantes berberiscos y los turcos como una forma de penetración en estas zonas de Europa.

La Edad Moderna y la evolución de la piratería

Es en la Edad Moderna cuando las actividades de los piratas comienzan a evolucionar y transformarse en corsarias. Ese cambio se lo asocia comúnmente con la aparición de los nuevos modos de producción económica como el mercantilismo y los incipientes inicios de la expansión capitalista de los estados- nación a partir del siglo XVI. Esta actividad sería efectuada por ingleses, franceses y holandeses en las costas de la América española, a principios del siglo XVII, pero la realidad es que ese tipo de prácticas ya se realizaban abiertamente en España en el siglo XIV, destacándose la llamada Hermandad de las Marismas del reino de Castilla que operaba desde 1328.

Pero si en líneas anteriores mencionábamos qué significaba el término piratería, con este nuevo desarrollo de la actividad su nombre se adaptó a las nuevas condiciones que imponía la época, entonces ¿qué era el corso y quiénes eran los corsarios o bucaneros? Y ¿qué condiciones hizo que apareciera?

Ya hemos mencionado que existen indicios de que el corso tuvo su aparición en España, pero su realización en una actividad de características continentales se da a mediados del siglo XVI hasta mediados del XVIII y que tuvo al corsario como su mejor representación, pues de ese nombre viene a derivarse el personaje.

El corsario, según la definición del historiador español José de Azcárraga, es una persona que luchaba contra los enemigos del Estado, con permiso y bajo la autoridad de la potencia beligerante, con el exclusivo objeto de causar pérdidas al comercio enemigo y entorpecer al neutral que se relaciona con dichos enemigos.

También conocido como bucanero, acepción francesa que viene de boucans, que eran unas grandes parrillas de madera donde secaban carne para abastecer a las tripulaciones de los barcos que navegaban en la zona del Caribe.

En pocas palabras, el corsario o bucanero es un tipo de soldado al servicio de una nación y que sobre todo se dedica a dañar el comercio del adversario, estamos entonces ante una actividad eminentemente comercial.

El corso era una especie de contrato entre particulares y estados nacionales con el objetivo arriba mencionado, por eso tenía dos componentes: el jurídico y el económico. En el primero era la contratación del particular para comprar o alquilar un navío, la llamada patente era la firma del contrato entre el Gobierno y el armador de la expedición, al fijarse el negocio los miembros del buque corsario pasaban a ser combatientes del Estado contratante, por lo que en caso de captura no podía ser considerado pirata.

En lo económico se difería según el tipo de contrato entre las partes. Aparte del botín llamado presas por los bucaneros que una parte del porcentaje iba directo al Estado, también se añadía una prima económica extra.

Hay que tener en cuenta que este tipo de contratos a veces no se cumplía, pues las ambiciones del corsario podían incidir en su comportamiento y querer quedarse con todo, entonces el bucanero pasaba a convertirse en pirata.

Este tipo de contratos era una forma camuflada de cometer las agresiones a otras naciones, aunque en el plano oficial existiera la paz entre dos estados, era una especie de guerra de baja intensidad o guerra fría, si vale utilizar estas definiciones anacrónicas.

En Inglaterra se le dio el nombre de To go privateering, dándole un sentido estrictamente de negocio particular, típico de la astucia británica. En España se le conoció como corso con el que se lo llama hasta la actualidad, en Francia course y en los reinos italianos corseggiamento.

Las zonas corsarias y su época de apogeo

La actividad corsaria estuvo localizada en una zona determinada, acompañada de una justificación política.

La zona de sus depredaciones fue todo el sector de las colonias de ultramar del Imperio Español. Específicamente, América Central, Sur y toda las Antillas y el Caribe, vasta extensión rica en especies y metales preciosos y ruta obligada para el traslado marítimo de estos cargamentos a la Península Ibérica.

La zona de mayor peligro estaba ubicada entre Guayaquil y Chiloé (archipiélago perteneciente a Chile), de casi mil leguas de longitud.

En lo político se traducía en el enfrentamiento de las grandes potencias coloniales de esa época (España, Inglaterra, Francia y Holanda) para obtener el dominio de las rutas comerciales, romper el monopolio comercial español e imponer su hegemonía. Por ese motivo estas naciones no tendrían ningún escrúpulo en utilizar personajes de este tipo solo con el objetivo de socavar el poder del adversario.

Y en esas tácticas los ingleses fueron maestros contra su tradicional enemigo español por la supremacía de los mares en América. Lo mostrarían con una estrategia amplia, en Europa realiza bloqueos con su armada en las zonas continentales. Esta estrategia difería en las zonas americanas del imperio hispánico, aquí los ataques formales se dieron rara vez, la acción se la encargaba a los corsarios.

El fin de la actividad corsaria se da cuando el monopolio comercial español en América es roto definitivamente por las actividades depredadoras de estos lobos de mar y por el debilitamiento del propio imperio, al convertirse ya en el siglo XVIII en una potencia de segundo orden. Es muy ilustrativa la orden real de la Corona británica de septiembre de 1717, en donde se suprime la piratería, por lo que los antiguos corsarios que tanto influyeron para imponer el poderío comercial de esta nación en los mares del mundo eran ahora considerados simples bandidos, con la amenaza de ser condenados a la horca si no abandonaban esa actividad ahora estimada delictiva, mal pagó el diablo a los que le sirvieron.

Santuarios piratas

La isla Española, ubicada en las Antillas, fue ocupada por franceses e ingleses ante el abandono de la isla por parte de los españoles, aunque fue constantemente atacada por expediciones de castigo.

Tortuga, isla ubicada en la zona del Caribe, por los ataques hispánicos a la zona de la Española sirvió como refugio ideal para piratas y bucaneros de toda ralea, convirtiéndose en una especie de colonia independiente, aquí era la sede de la tenebrosa Hermandad de la Costa. Tiene ese nombre por la forma de caparazón que tiene su relieve.

Las islas Galápagos durante los siglos XVII y XVIII fue refugio de bucaneros y corsarios, allí encontraban sitio donde esconderse de las persecuciones a que eran sometidos, fuente de madera y alimentos, se quedaban meses hasta abastecer sus embarcaciones, la presencia de los barcos corsarios y pescadores ingleses es motivo de que las islas tengan nombres en ese idioma.

Castigos y faltas disciplinarias

Las condiciones de vida en los barcos corsarios eran extremadamente duras, tanto es así que la esperanza de vida de estos hombres apenas llegaba a los 40 a 45 años, si no morían en la lucha podían caer víctimas de la brutal disciplina que se practicaba a bordo, los castigos impuestos por el capitán eran terribles. Aquí algunos de ellos.

Maroon, palabra de origen español, era uno de los más severos después de la horca o ser pasado por la quilla, era casi una sentencia de muerte y consistía en abandonar al condenado en una isla solitaria. El escritor inglés Daniel Defoe se inspiró en un marooner real para crear a Robinson Crusoe.

La pena de muerte podía ser ejecutada en la horca o ser lanzado por la borda y se la impartía casi siempre por motín. Al que asesinaba a un compañero o mataba a un prisionero se lo arrojaba al mar junto a la víctima. Existían castigos como azotes, clavado de extremidades, en caso de ofensas como golpear a un compañero o faltar el respeto a un oficial.

Guayaquil sometida a los ataques de los corsarios

Durante la época colonial, Guayaquil era uno de los puertos más importantes de la América española. Sitio de tránsito de los diversos productos que se producían en la Real Audiencia de Quito, como los paños hechos en los telares serranos, y el cacao que era uno de los productos de mayor riqueza que se producía en la Costa y fruto apetecido por los europeos, además de tener astilleros que se contaban entre los mejores del continente.

Por esas circunstancias la ciudad tenía una vital importancia estratégica en la zona comercial de América del Sur, y , por supuesto, objetivo militar de los corsarios, por eso sufrió los embates de su furia. La zona de Atacames fue saqueada y destruida en varias ocasiones por los piratas holandeses e ingleses.

 

LOS ATAQUES MÁS DUROS CONTRA GUAYAQUIL

1587 Ataque del corsario inglés Thomas Cavendish.

1624 El asalto del holandés Jacobo L’Hermite Clerck que destruyó casi por completo la ciudad.

1679 Ataque por Thomas Sharp con la captura de dos barcos españoles, este asalto es descrito por uno de los integrantes de la expedición llamado Henry Morgan (homónimo del célebre bucanero inglés que nunca estuvo por nuestras costas) en el libro titulado Los Bucaneros de América. En esa obra describe los combates librados y su arribo a la isla Salango, la Isla de la Plata, su avistamiento de la península de Santa Elena y su llegada a Guayaquil.

1684 La llegada a la ciudad de la expedición liderada por el célebre corsario británico William Dampier, que narra sus aventuras en el libro Nuevo viaje alrededor del mundo. Dampier hace una excelente descripción de las costumbres e información económica de Guayaquil, así como datos geográficos y de flora y fauna de la región.

1687 Guayaquil soporta uno de los peores ataques piratas en su corta historia, comandados por los franceses François Grogniet, y Raveneau Lussan que saquearon la ciudad, llevándose rehenes y provocando un terrible incendio que destruyó hasta los cimientos de la ciudad, lo que llevó años en su reconstrucción.

1709 En el libro Un crucero alrededor del mundo el capitán Woodes Rogers narra con detalles la incursión pirata a la ciudad, la toma de rehenes y el pedido de rescate; el saqueo de las iglesias, pero también menciona –como lo hizo Dampier– datos económicos y geográficos de la zona, incluye información de su viaje por las islas Galápagos.

 

 

PIRATAS FAMOSOS

Francis Drake: Nació en Tavistock, Inglaterra, en 1543, marino, traficante de esclavos y mercenario. Por sus ataques a las posesiones españolas en América valiéndose del corso, fue nombrado caballero por la reina Isabel I, famosas son las campañas piratas que emprendió entre 1585 hasta 1587. Tuvo participación destacada en 1588 en la derrota de la Armada Invencible española. Murió de disentería en 1596, después de fracasar en un nuevo intento de atacar Panamá.

Henry Morgan: Nace en Gales en 1635. Desde joven se dedicó a la piratería, atacando la isla de Cuba, famoso es el saqueo realizado a Panamá en 1671, a pesar de que las autoridades inglesas sabían de sus ilícitas actividades, el rey Carlos II lo nombró Caballero del Imperio y le dio el cargo de gobernador de Jamaica desde donde dirigiría sus actividades contra las posesiones españolas. Murió de forma natural en Port Royal, Jamaica, en 1688.

William Dampier: Inglés, nacido en septiembre de 1652. Caso excepcional en este mundo de personajes siniestros, pues Dampier es considerado el bucanero culto, ya que era un excelente escritor, además de combinar su calidad de corsario con la de cartógrafo. Es famoso por realizar en dos ocasiones la circunnavegación del mundo. De cultivada educación, se dedicó también a la botánica. Murió en 1715.

Edward Teach: Es uno de los piratas más célebres, conocido por el sobrenombre de Barbanegra, nace en la localidad de Bristol en 1680, sus actividades mayormente las realizó en los territorios de las colonias británicas de América del Norte. Cuenta la leyenda que se ponía mechas encendidas en su frondosa barba para inspirar el terror a sus enemigos durante los abordajes. Teach falleció en 1718 en un enfrentamiento con las autoridades. Para demostrar su muerte, su cabeza fue cortada y exhibida públicamente.

 

BIBLIOGRAFÍA
Revista Clio, España, Guayaquil y el Río, ediciones del Archivo Histórico del Guayas, Historias de piratas de Daniel Defoe, Piratas en el Caribe, Cruz Apestegui, Historia Universal, Salvat.

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