Emilio Estrada Ycaza: Un legado que debemos valorar

19 de Junio de 2016
Germán Arteta

Pocas veces se encuentran compatriotas del empuje de Emilio Estrada Ycaza, que hayan dedicado su obra al desarrollo integral del país.

Fue de esos guayaquileños en cuya acción de vida se unieron lo inteligente, visionario, luchador y una ejemplar vocación de servicio ciudadano que le dieron un lugar de honor en la historia de su tierra natal y del Ecuador. Emilio Estrada Ycaza nació el 22 de junio de 1916, hace exactamente un siglo, celebración que despierta la espontánea obligación de evocar su personalidad frente a los olvidos involuntarios, ociosos y hasta egoístas que suele anidar la memoria.

Heredero del emprendimiento en obras oportunas como las que impulsaron su abuelo, el expresidente Emilio Estrada Carmona (1855-1911), y su padre, el economista, banquero y escritor Víctor Emilio Estrada Sciacaluga (1891-1953), el personaje porteño continuó aquella recomendable tarea característica de la familia y en la cual destacó en igual forma su hermano, el historiador Julio Estrada Ycaza (1917-1993), defensor de la identidad de esta metrópoli.

Emilio Estrada realizó parte de su primaria en el colegio Cristóbal Colón. Después salió a Europa con la familia, pero retornó a seguir sus estudios. Otros viajes lo llevaron al Viejo Continente y prolongó estadías en Italia, Francia, Estados Unidos; en esta última nación terminó su secundaria en la Baylor Military Academy. Casi de inmediato fue alumno de la Wharton School of Finance and Commerce, de la Universidad de Pensilvania, donde completó su instrucción superior.

Personalidad múltiple

Cuando ocurrió su definitivo regreso a Guayaquil se sumó a la actividad comercial: se incorporó a empresas locales, tuvo sus propias representaciones, orientó a sus colegas de actividad y siempre estuvo deseoso de que el comercio y la producción a todo nivel jamás tuvieran problemas, pues consideraba que ahí también se sustentaba el desarrollo patrio. Tradicionales firmas del Puerto Principal aún evocan su trascendente accionar.

Pero Emilio Estrada no solo estuvo dedicado al quehacer comercial, pues también fue un excelente deportista que descolló desde tiempos colegiales y fomentó el cultivo de varias disciplinas en el medio.

Presidió la Comisión de Atletismo de la Federación Deportiva del Guayas y en calidad de vicecomodoro del Guayaquil Yacht Club gestionó la importación de los veleros clase Lightning, que dio mucho prestigio al deporte náutico regional.

Destacó en la pesca deportiva y logró reconocimientos para el país que recibió a personajes deseosos de disfrutar del mar ecuatoriano; para difundir la riqueza de nuestras aguas editó el folleto Pesca deportiva en el Ecuador.

Fue presidente fundador de la Asociación de Fútbol y vicepresidente del Club Sport Emelec, y presidió la delegación del Ecuador en los Juegos Panamericanos de 1959 en Chicago (EE.UU.). Atendió los pedidos de otros dirigentes para sus respectivos deportes.

Labor pública y arqueólogo

En su accionar público Emilio Estrada fue igualmente valioso porque su obra tuvo idoneidad y relevancia. Dirigió la Sociedad Protectora de la Infancia, integró la Junta de Planificación y Coordinación Económica, desempeñó una concejalía en el Cabildo guayaquileño y en el periodo 1954-1956 trabajó como alcalde, después de ganarle las elecciones a Carlos Guevara Moreno. Su gestión al frente del ayuntamiento obtuvo el aplauso de sus conciudadanos.

Por su contribución intelectual y hasta económica a varias entidades su fama y prestigio aumentaron de manera merecida, aunque siempre actuó con naturalidad y sin ostentaciones. Presidió la Compañía Ecuatoriana de Seguros, formó parte del directorio del Banco La Previsora, actuó como embajador alterno a la asamblea general de las Naciones Unidas y fue nombrado miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas.

Su acción cultural en el plano del mecenazgo y del propio estudio de la arqueología lo convirtió en un referente con reconocimiento internacional. Investigaciones de campo, libros, exposiciones, son testimonio de su fructífera incursión en tan inquietante ciencia. Apasionado por su trabajo apoyó a colegas, patrocinó excavaciones, adquirió piezas únicas para formar un museo particular, y realizó publicaciones científicas.

Estudios y descubrimientos

Estrada recorrió museos del mundo y estuvo al tanto de las novedades de los laboratorios que permitieran profundizar en los estudios arqueológicos. La Society for American Archaeology y la Current Anthropology lo incorporaron como miembro. En nuestro país hizo amistad y compartió labores con ilustrados amantes de la arqueología, tales los casos de Francisco Huerta Rendón, Pedro Porras Garcés, Julio Viteri Gamboa, Carlos Zevallos Menéndez, entre otros.

De manera similar afianzó su amistad con renombradas figuras del exterior, entre las que tienen preferencia los famosos esposos científicos Clifford Evans y Betty Meggers, con quienes realizó excavaciones, reconoció y recolectó piezas determinantes en muchísimos sitios de nuestra región. Los nombres de culturas y fases prehispánicas como Valdivia, Chorrera, Machalilla y otras constan como las investigadas y analizadas mayormente por el arqueólogo guayaquileño.

La obra científica, social y comunitaria de Emilio Estrada Ycaza estuvo marcada por la constancia, la sinceridad y el servicio. “Yo diría que en sus últimos años, la arqueología fue su obsesión” dice su hijo Emilio Estrada Estrada. “Estaban también su actividad empresarial y especialmente el velerismo, pero su trabajo en las excavasiones -donde algunas veces yo lo acompañaba- era su vida”. Lastimosamente su muerte fue prematura en 1961, de un infarto cardíaco. (I)

CON EL INSTITUTO SMITHSONIANO

Por: Jorge Marcos Pino

Estrada (c) con los esposos Betty J. Meggers y Clifford Evans.

La experiencia de Emilio Estrada Ycaza como arqueólogo llegó apenas a una década. Sin embargo, su impronta sigue viva y debe permanecer en la memoria de los ecuatorianos como un notable investigador, que en los cortos años se dedicó con pasión a esta ciencia, se autoformó y nos hizo conocer no solo la cultura Valdivia, una de las más antiguas de América, sino que logró también el apoyo del Instituto Smithsoniano (Washington D.C.), para establecer la base cronológica de la historia prehispánica del Ecuador antiguo.

Con la cooperación de los esposos Betty J. Meggers y Clifford Evans (arqueólogos del Instituto Smithsoniano), dio nombre, caracterizó y ordenó cronológicamente periodos cerámicos prehispánicos como el Formativo Temprano con sus fases Valdivia y Machalilla; el Formativo Tardío: fase Chorrera y subfases: Tachina y Tabuchila; Desarrollos Regionales, a los que logró agregar las fases Jama-Coaque y Jambelí.

Además de investigar en los esteros (Manta) y en los cerros de Hoja y Jaboncillo, entre Portoviejo y Montecristi.

Emilio Estrada atrajo a su entorno a otros investigadores como Carlos Zevallos Menéndez, Francisco Huerta Rendón, Richard Zeller, Olaf Holm, y se interesó por los trabajos que llevaba adelante en la Amazonía el padre Pedro Ignacio Porras Garcés, brindándole incluso apoyo económico para sus publicaciones.

Su compromiso con la arqueología también se reflejó en el apoyo que brindó a Carlos Zevallos Menéndez para la creación del Subcomité Ecuatoriano de Antropología, dependiente del Instituto Panamericano de Geografía e Historia en 1960.

* Director de la Escuela de Arqueología de la Espol.

 

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