El pasado tiene cara

28 de Junio de 2015
  • El diorama, obra de Gustavo Vinueza, muestra la antigua iglesia de San Agustín, asentada en la manzana del actual Museo Municipal.
  • Vicente Rocafuerte brinda indicaciones a tres policías.
  • Las fosas comunes, que recibían los cuerpos amortajados, son exhibidas en la misma sala del diorama con osamentas reales.
  • El campanario muestra a dos personas que miran la tragedia.

En julio se inaugura el diorama de esta urbe golpeada por la fiebre amarilla (1842 y 1843). Es obra de Gustavo Vinueza Vásquez.

La historia de esta ciudad es enormemente rica, apasionante, dramática, valiente, extensa, pero puede verse en miniatura gracias a que algunos de sus episodios han sido reconstruidos a través de la información obtenida por crónicas de historiadores, relatos de viajeros, ilustraciones, pinturas y fotografías antiguas.

Gustavo Vinueza, arquitecto y diseñador gráfico, realizó el trabajo de transformar tales datos para convertirlos en dioramas (maquetas con escenas y personajes) que nos permiten entender mejor cómo se ha ido desarrollando esta ciudad junto al río Guayas. “Hemos podido darles caras a espacios históricos que antes solo podíamos imaginar”, indica el autor de los dioramas de Ciudad Nueva, en exhibición en el Museo Municipal, y de la manzana de los jesuitas antes de su expulsión de América, que será expuesta próximamente.

“Los dioramas son como pedazos congelados de la historia para ver cómo lucía la ciudad en determinados momentos”, dice Melvin Hoyos, director de Cultura del Municipio, quien con sus investigaciones de casi diez años ha recopilado, analizado e interpretado mucha de la información que Vinueza ha transformado en los dioramas.

Hoyos anuncia que en julio, por las fiestas patronales, será inaugurado el diorama de la epidemia de fiebre amarilla, escenificado en el convento de San Agustín.

La mayor epidemia

Ese dramático episodio de Guayaquil comenzó en agosto de 1842, cuando el bergantín Reina Victoria arribó procedente de Panamá cargado con mercancías y, para mal de los porteños, con dos personas portadoras de una mortal enfermedad que era transmitida por los mosquitos.

Los primeros contagios fueron ignorados y confundidos con enfermedades estacionales, como la gripe, pero ese equivocado diagnóstico hizo que los ciudadanos no se defendieran debidamente de una epidemia que provocó más de 4.000 muertos hasta mediados de 1843, lo cual equivalía a un cuarto de los habitantes de la ciudad.

Vicente Rocafuerte, gobernador de Guayaquil, tuvo que enfrentar la situación. Una de las medidas fue abrir fosas comunes en los patios de los conventos, tal como ocurrió en San Agustín, que en esa época estaba ubicado en el sitio de la actual Biblioteca Municipal.

El descubrimiento

A pesar de que han transcurrido 173 años desde entonces, tales hechos saltaron a la actualidad hace dos años, ya que mientras se realizaban excavaciones en un patio interior de ese edificio se hallaron entierros de personas fallecidas por la plaga.

Por ello, las autoridades decidieron establecer allí una muestra de sitio que estará compuesta por dos fosas y un diorama que recreará la epidemia.

Vinueza explica su obra. “Muestra personajes de la época viviendo la crisis, entre ellos al propio Rocafuerte, religiosos, deudos y víctimas. Panteoneros, carretas y carruajes, caballos, cerdos (muy comunes en las calles por aquellos tiempos), otros animales y elementos del entorno complementan el diorama”, dice Vinueza.

La escena transcurrirá en la penumbra del atardecer para darle un aspecto lúgubre, que estará reforzado con la presencia de algunos gallinazos ubicados en el techo de la iglesia.

Vinueza explica que a la izquierda del observador se recrea la plazoleta, la calle (actual 10 de Agosto) y la fachada de la iglesia San Agustín, en donde se destaca la presencia de Rocafuerte dando instrucciones a policías que trabajaban en apoyo a la población.

Mientras, hacia la derecha, la escena muestra carrozas transportando a víctimas y a algunos peones excavando y enterrando cuerpos amortajados en las fosas comunes.

El campanario tiene como detalles el campanero y, en la parte alta, un religioso acompañado de un caballero que contemplan el panorama de desolación dando su bendición a los muertos.

Pero ahora esta obra les devuelve la vida a esos caídos porque esta memoria, aunque trágica, merece ser recordada. (M.P.) (I)

 

En el Museo

La labor de reconstruir el Guayaquil antiguo se inició hace nueve años, cuando tras una investigación, en la cual también intervino Melvin Hoyos, Vinueza elaboró cinco infografías del sector de Ciudad Nueva, teniendo como centro la Plaza de Armas, actual parque Seminario. Se exhiben en el hall del Museo Municipal.

La más antigua de esas perspectivas, que data de 1770, luego fue interpretada por el autor para construir una maqueta hoy instalada en la sala de la colonia. Luego vino el reto de mostrar Ciudad Vieja en tres infografías, una de las cuales es la base para un diorama que está en elaboración. El diorama de la manzana de los Jesuitas tambien se exhibirá próximamente.

 

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